“TAN REZIO E FUERTE AMIGO COMO ENEMIGO”: AMISTAD EN EL COMBATE ÉPICO-CABALLERESCO DEL CÓMIC ESPAÑOL

“As Hard and Strong a Friend as an Enemy”: Friendship in Epic-Chivalric Combat in Spanish Comics

Celia Ana Delgado Mastral*

Universidad de Zaragoza

celiadelgadom@gmail.com

Fecha de recepción: 22/06/2024

Fecha de aceptación: 06/08/2024

Resumen

En el presente artículo se explora el vínculo de amistad que surge entre dos personajes narrativos a raíz de un combate cuerpo a cuerpo a raíz del cual el personaje vencido se somete o se hace amigo del personaje vencedor. Se explora este vínculo a través de los preceptos de Cicerón y Aristóteles y, desde un punto de vista narratológico, siguiendo el análisis funcional de los donantes hostiles que se transforman en auxiliares de Vladimir Propp (1928). Estos preceptos quedan ilustrados con diversos análisis de esta ocurrencia en los cómics hispánicos El Guerrero del Antifaz (1944) y El Capitán Trueno (1956), así como sus deudas con la tradición caballeresca hispánica y sus relaciones de amistad y hermandad entre caballeros. Se confirma, asimismo, que el afecto surgido en batalla también puede darse entre hombres y mujeres gracias a numerosos ejemplos provenientes de dichos cómics y de la tradición caballeresca hispánica.

Palabras clave: amistad; cómics; literatura caballeresca; épica; combate

Abstract

This article explores the bond of friendship that arises between two narrative characters as a result of a single combat, where the defeated character submits to or befriends the victorious character. This bond is explored through the principles of Cicero and Aristotle, as well as Vladimir Propp's (1928) narratological framework, specifically his functional analysis of hostile donors who transform into auxiliaries. These principles are illustrated through an examination of the Hispanic comics El Guerrero del Antifaz (1944) and El Capitán Trueno (1956), highlighting their connections to the Hispanic chivalric tradition and the relationships of friendship and brotherhood among knights. Additionally, the article demonstrates that the bond forged in battle can also extend to relationships between men and women, supported by various examples from these comics and the broader Hispanic chivalric tradition.

Keywords: friendship; comic-books; chivalric romance; epic; combat

“Tan rezio e fuerte amigo como enemigo”: Amistad en el combate épico-caballeresco del cómic español1

En su famoso ensayo De Amicitia, o Lelio, o Diálogo sobre la amistad, Cicerón defiende una serie de preceptos acerca de la naturaleza y la práctica de este tipo de afecto. Una de las ideas más importantes que recalca el orador romano es la necesidad de buscar en la amistad una serie de características positivas y propias del ser humano, como la virtud o la bondad,2 sin la cual no pueden establecerse vínculos sinceros, además de la importancia de la igualdad entre los miembros de la amistad, algo que ya defendía asimismo Aristóteles (“una virtud o algo inherente a una virtud”, 2009, 115a 3]). La amistad es vista entonces como un tipo de amor profundo entre semejantes3 que surge de una verdadera pureza incorrupta que deberá ser conservada a lo largo de la relación.

Si bien Cicerón pone especial cuidado en desaconsejar la rivalidad entre las amistades, considerándola como una mala práctica,4 Post cita otra obra del filósofo, De Natura Deorum, para recalcar la importancia de las actividades agonistas: la imaginería de Eros y Anteros luchando y forcejeando une las dos caras de una misma moneda. Anteros es hijo de Venus y de Marte, por lo que las relaciones amatorias o amistosas tienen un punto inherente de rivalidad entre sus sujetos (Post, 2014, p. 10). La noción de agon (ἀγών) representa el concepto de pugna y competición, y de ella se deriva la naturaleza agonista que Post considera inherente a la pasión amistosa y amorosa, representada por los atletas del gymnasium:

the mutual challenge, the desire to overpower one’s opponent-lover, the total absorption in his movement, and the anxious excitement to establish contact with him –inflamed the desire between the lovers, allowed them to learn each other closely, to recognize each other’s power and weaknesses– and to build up a closer and more intimate relationship. Thus, it is no accident that Plato’s dialogue on love and friendship, Lysis, takes place in a palaestera.5 (2014, p. 12)

Siguiendo la línea propuesta por Post, se observa cómo a través de la lucha y la rivalidad se puede llegar a un conocimiento íntimo del oponente y a una fuerte conexión que tiene el poder de transformarse en afecto. La competición, física o mental, expone en ciertos momentos una situación de igualdad entre los competidores que afianza su respeto mutuo y que da paso a una profunda amistad:

To become friends, people need to recognize each other as equals, at least on the basic level of their humanity. Without acknowledgment of each other’s humanity, without a basic level of mutual respect, friendship is impossible. […] Equality is also at the very heart of agon; for competition and rivalry, as Aristotle clarifies, can only exist between those who are more or less equals.6 (Post, 2014, p. 12)

Es por ello que en numerosas narrativas se encuentra una situación de lucha o competición que, de forma aparentemente inesperada, desemboca en una fuerte relación de afinidad que continuará a lo largo del argumento. Una instancia literaria primigenia de esta relación es la de la amistad entre Gilgamesh y Enkidu en la conocida epopeya sumeria. La rivalidad entre el rey de Uruk y su némesis crece hasta que ambos luchan cuerpo a cuerpo y aprecian el valor y la fiereza de su contrincante. Aunque es Gilgamesh el que se rinde frente a Enkidu y no a la inversa, el texto hitita7 afirma que “Gilgamesh lo hizo su amigo/ Y tras (el combate) comieron y bebieron” (Anónimo, 1980, p. 136-137).

Otros de los ejemplos más evidentes pueden encontrarse en la narrativa popular y épico-caballeresca, en aquellas instancias en las que los caballeros se ven obligados a enfrentarse entre sí –en muchas ocasiones, sin conocer la verdadera identidad de su contrincante– para luego, con o sin anagnórisis de por medio, terminar en un sentimiento fuerte de afecto que los unirá irremediablemente en la amistad. Este tipo de eventos narrativos ha pervivido de forma muy productiva a lo largo del tiempo en narrativas posteriores, de entre las que destaca la narrativa gráfica y sus distintos medios, como el cómic o los videojuegos, ya sean o no de corte neomedievalista o fantástico.8 Existe una clara deuda de estos últimos medios con sus antecesores a lo largo del tiempo, la cual se percibe en el tratamiento de estas amistades entre rivales y enemigos, ya sean de género masculino o femenino.

A lo largo del presente artículo se tratará específicamente la amistad nacida de una rivalidad o una batalla, mediante las funciones narrativas propuestas por Vladimir Propp en 1928, para observar cómo pueden analizarse estas relaciones desde un punto de vista narratológico en tanto que donantes hostiles transformados en auxiliares. Posteriormente, se examinarán estas relaciones y la existencia del concepto de amistad masculina caballeresca medieval en varios ejemplos recogidos de la literatura caballeresca hispánica y se pondrán en relación con ejemplos del cómic neomedievalista español como El Guerrero del Antifaz y El Capitán Trueno. Finalmente, se tratarán algunos casos de personajes femeninos que cumplen con estos mismos papeles narratológicos y sus relaciones con los protagonistas, tanto en la literatura caballeresca como en los cómics hispánicos.

1. Los donantes hostiles transformados en auxiliares

En 1928, Vladimir Propp publicó su conocida Morfología del cuento (Morfologiĭa skazki). En dicha obra, el autor expuso en una propuesta de análisis basada en los descubrimientos metodológicos de las ciencias exactas que se adaptaron a la Lingüística estructural (Propp, 1988, p. 201-204), creando una forma de clasificación que resulta especialmente útil a la hora de identificar patrones narrativos. Este análisis se encontraba representado, inicialmente, por un corpus escogido de skazka (сказка), cuento folclórico tradicional ruso, a menudo maravilloso,9 aunque Propp sugirió que su metodología podía ser aplicada a todo tipo de género literario.

Su propuesta se basa en el aislamiento de elementos fundamentales de los que se componen estos cuentos a partir de las repeticiones de unidades menores que previamente ya habían estudiado autores como Bédier (1893) y Veselovski (1913). Para ello, delimita el término ‘función’ como elemento sintagmático básico del relato: “Por función, entendemos la acción de un personaje definida desde el punto de vista de su significación en el desarrollo de la intriga” (Propp, 1971, p. 33). Estas funciones se encuentran representadas, en la traducción española que manejamos (derivada de la francesa, de 1970), por las diversas letras del alfabeto, junto con ciertos símbolos explicativos.

Su metodología de análisis está basada en las acciones de los distintos personajes en el cuento, sin tener en cuenta la forma que tome el personaje en sí. Esto lo diferencia de otros tipos de análisis como el semántico o el formulaico. Observando que existen diversos personajes que realizan las funciones determinadas del relato (Propp enumeró un total de 31), contamos con lo que el autor denominaba “esferas de acción”, es decir, agrupaciones de funciones que suelen ser representadas por el mismo tipo de personaje. Entre estas, debemos destacar las funciones propias de la esfera de acción del héroe, del donante y del auxiliar, puesto que son las que nos interesan para el presente artículo.

El héroe será aquel que deba solucionar el conflicto narrativo de la historia (que suele ser una carencia, una fechoría o agresión) y suele coincidir con el protagonista del relato. Por ello, Propp le asigna las funciones de partida hacia la búsqueda para resolver la carencia (C↑) o, en otro caso, sus reacciones ante las peticiones del donante (E) y el matrimonio con la princesa10 (W).

Es generalmente alrededor del héroe donde se encuentran situadas el resto de funciones desempeñadas por las diferentes dramatis personae. El donante, que cuenta con la sucesión de funciones D-E-F, se encuentra definido en su relación con el héroe por ser por ser quien le impone una serie de pruebas para transmitirle un objeto mágico:

XII. El héroe sufre una prueba, un cuestionario, un ataque, etc., que le preparan para la recepción de un objeto o de un auxiliar mágico […] XIII. El héroe reacciona ante las acciones del futuro donante […] XIV. El objeto mágico pasa a la disposición del héroe. (Propp, 1971, p. 50-53)

Es decir, D corresponde a la prueba del donante, E a la reacción del héroe ante esta prueba y F indica la transmisión de dicho objeto mágico. Las distintas relaciones que puede tener el héroe con los donantes en el relato son sin duda uno de los puntos más productivos de estos tipos de personajes con atención al desarrollo de la trama. Los donantes o proveedores, por lo general, enfrentan al héroe a una prueba dispuesta por ellos mismos (D1)11 y, tras haberla superado (E1), le otorgan a cambio un don material o inmaterial que ayudará al héroe en su aventura (F1). El don más relevante que pueden ofrecer a cambio de su interacción con el héroe (D-E) es su propia ayuda (F9). Sin embargo, la prueba que presenta el donante en ocasiones suele ser un combate, por lo que pasa a denominarse “donante hostil”. Como afirma Propp: “No son donantes en el sentido propio del término, sino personajes que equipan al protagonista a su pesar” (1971, p. 57). En algunos casos, tras ser vencidos en combate, la transmisión del objeto mágico se traduce en la propia unión del donante hostil al héroe o al grupo del héroe, por lo que en lugar de la función F encontraríamos una variante: F9,12 indicando la puesta del personaje, anterior donante hostil, a disposición del héroe (1971, p. 150).

Por lo tanto, los donantes hostiles contra los que se enfrenta el héroe, al ser vencidos, pueden llegar a transformarse narrativamente en ayudantes o aliados del protagonista, que incluso pueden llegar a convertirse en deuteragonistas y compartir el protagonismo y la iniciativa narrativa de la obra. Pero, para ello, deben enfrentarse en un combate previo contra el héroe y ser derrotados. Una vez auxiliar, este dramatis personae puede, entre otras cosas, ayudar al héroe en su desplazamiento (G), rescatarlo durante una persecución (Rs), transfigurarlo (T) o incluso ser en sí mismo una ayuda clave en la reparación de la fechoría o la carencia iniciales que el héroe debía resolver (Kf9). Este tipo de situaciones quedan ya reflejadas desde las narrativas folclóricas, como puede comprobarse en el índice de Thompson, especialmente en los motivos H1558.0.1. H1558.0.1. Test of worthiness for friendship, P310.5. P310.5. Defeated enemy turns true friend, o P311.1. P311.1. Combatants become sworn brethren (Thompson, 1955-1958). La igualdad y el respeto que se derivan de esta lucha directa hacen que esta pugna pueda traducirse incluso en una prueba de reconocimiento de la igualdad y el valor de ambos combatientes, de la valía de su virtud. Por ello, Thompson también recoge, en uno de sus motivos, las ideas de Platón y Cicerón: P310.8. P310.8. Friendship possible only between equals, aunque en este caso se trata específicamente de iguales en la batalla y en el honor.

2. La rivalidad y amistad caballeresca en varios ejemplos de las caballerías hispánicas

Los ejemplos de narrativa gráfica que se presentan en este artículo se asientan sobre una sólida base literaria e histórica acerca de la amistad masculina en Occidente: sin ir más lejos, uno de los temas medievales más tratados a lo largo de Europa durante la Edad Media fue el de la intensa relación platónica entre Amís y Amiles, que puede encontrarse ya en una epístola latina a finales del siglo XI y que posteriormente aparecería en romances, cantares de gesta, refundiciones en prosa, narrativa caballeresca e incluso representaciones teatrales (Alvar, 2010).

La amistad masculina, y, en especial, la amistad masculina en un contexto noble o caballeresco, es una emoción bien registrada, tanto en la literatura como en los textos más puramente históricos. Dingman (2012) recoge en su tesis doctoral ejemplos escogidos de amistades caballerescas literarias e históricas:

The love shown to knightly comrades in the literature of the twelfth and thirteenth centuries became a regular, even expected component of the epic poems and romances. Chivalric companions, two devoted friends recognized as having a particularly strong emotional link, appear in some of the tales and enjoy high status as the crest of warrior culture. Historical records of the period suggest trusted and/or beloved male friends played an important role in the real noble/chivalric world as well.13 (2012, p. 112)

Pine (2022) recoge asimismo un completo estudio acerca de las hermandades rituales entre caballeros en el que muestra la importancia del amor masculino dentro de la élite guerrera medieval como una señal de afirmación de la identidad de género (2022, p. 228). La institución, como comentamos al comienzo de estas páginas, se encuentra asentada sobre los ideales acerca de la amistad por los que apuestan Aristóteles y Cicerón, y, siguiendo a Pine, es fruto de una organización profundamente “homosocial”:

Additionally, knightly masculinity consisted of qualities which medieval elite warriors considered manly, including emotional and affective bonds between knights. These bonds could create an intimate friendship between two men. Aristotle’s and Cicero’s writings on idealised friendship influenced medieval conceptions of the social institution. As such, true friendship was seen as the result of a virtuous person recognising another person’s virtue.14 (2022, p. 228)

El apoyo y la cooperación entre caballeros a través de los pactos de hermandad resultaban imprescindibles no solo en términos sociales y económicos sino, especialmente, estratégicos. El apoyo era guerrero, ante todo, y lo que demostraba era una forma de intimidad enteramente masculina que, además, podía otorgar más adelante alianzas guerreras o, de forma más simple, ayudar a vencer a otros hombres en la lid:15

Their cooperative bond allowed the pairs to behave manfully since the primary quality of medieval masculinity was proving oneself in competition with and by dominating other men. The agreements created opportunities for the pairs to become superior to other men in martial and non-martial contexts.16 (Pine, 2020, p. 233)

La literatura caballeresca, en especial, cuenta con una gran multitud de instancias en las que la amistad entre los caballeros cobra una importancia especial: ya en el ciclo artúrico, Sévère (2015) destaca la importancia de la relación entre Galahad, Percival y Bors en su búsqueda del Grial. Se equipara el perfeccionamiento espiritual necesario para llevar a cabo tal gesta con la búsqueda de una amistad espiritual de base cristiana en la que es necesario elegir, probar y aceptar al amigo (Sévère, 2015, p. 50). La prueba de amistad entre los caballeros también es la batalla, aunque no entre ellos, sino contra enemigos externos (Sévère, 2015, p. 58). Dingman recoge asimismo una instancia ejemplar entre Lanzarote y Galeoto en el Lanzarote de la Vulgata: Galeoto, enemigo de Arturo, acaba rindiéndose literal y figuradamente a los deseos de Lanzarote tras verlo durante la batalla, y su profundo vínculo le lleva finalmente a su sometimiento voluntario ante el rey de Bretaña (2012, p. 88-95). En síntesis, siguiendo el estudio de Hyatte acerca de la idealización de la amistad en la literatura caballeresca y épica medieval, la verdadera relación amorosa de estas narrativas medievales no se encuentra en el seno del amor romántico heterosexual, sino en el vínculo de afecto entre caballeros (1994, p. 88).

Dentro del ámbito hispánico, una de las batallas más conocidas que conducen a una amistad es, sin duda, la batalla entre Amadís de Gaula, el personaje más destacado de la narrativa caballeresca hispánica, y su hermano Galaor en el capítulo XXII de Amadís de Gaula, siendo ambos desconocedores de la identidad de su contrincante. Los hermanos luchan fieramente17 y Rodríguez de Montalvo (2018) deja entrever que ambos se encuentran en un estado de igualdad en la refriega, como ya observaba Cacho Blecua:

Ninguno de ellos se ha mostrado superior, si bien en la descripción de los personajes se hace alusión a sus escudos. El de Amadís es el menos golpeado, por lo que hay una ligerísima superioridad del hermano mayor, sin que se haya convertido en hecho definitivo” (1979, p. 113).18

En cuanto sus identidades son anunciadas, la batalla se detiene, Galaor cae de rodillas frente a Amadís suplicándole perdón y este lo abraza y le reconoce el valor de la lucha, puesto que “fue testimonio que yo provasse vuestra tan alta proeza y bondad” (Rodríguez de Montalvo, 2018, XXII, p. 474). Encontramos una secuencia similar más adelante, en la que el propio Galaor lucha contra su otro hermano Florestán, y, una vez el segundo caballero resulta vencido, se revelan ambas identidades. Esta vez es Florestán el que agradece haber luchado contra su hermano y le admira su gran valor y manejo de las armas (Rodríguez de Montalvo, 2018, XLI, p. 474).

La historia de Florisando, sobrino de Amadís, también cuenta con una escena semejante: Florisando se enfrenta, en claros términos de igualdad,19 contra el gigante Rolando, que ha secuestrado a una infanta.20 Vence Florisando y, tras su victoria, le declara a su rival:

–Vós, aunque por mí vencido os havéis otorgado yo os amo e precio mucho por vuestra gran virtud e cortesía e fortaleza, en lo que cumpliere a vuestra persona e honra, sin tocar en caso d’esta guerra, hallarme heis por tan rezio e fuerte amigo como enemigo me havéis hallado agora. (Páez de Ribera, 2018, LIX, p. 171)

A las que Rolando responde, agradecido:

–Si otro cuidado mayor no fuesse en mi coraçón que son los amores de la infanta aunque voy en gran peligro de mis heridas, por dichoso me ternía de haverme visto con vós en batalla, pues haziendós tan malas obras cobré tan buen amigo como dezís que me habéis de ser. (Páez de Ribera, 2018, LIX, p. 171)

No es necesario, por tanto, que exista una relación previa de hermandad de sangre entre los caballeros para que nazca el fuerte sentimiento de amistad tras la lucha: Amadís de Grecia, bisnieto de Amadís de Gaula, vence al caballero Gradamarte, quien le dedica las siguientes palabras durante su recuperación en el lecho, gravemente herido:

–Señor cavallero, la causa por que os embié a rogar que antes de mi muerte me viésedes fue porque yo os precio más que jamás cavallero precié por vuestra bondad y cortesía, que fue tanta para comigo que, pudiéndome ayer dar la muerte si quisiérades, me dexastes con la vida cumpliendo con la demanda de vuestra intención y con la virtud y nobleza que los que más pueden con los que menos pueden deben tener […]. Y pues, como cavallero, haciendo lo que debíades, de vós el mal que tengo recebí. Ora para la muerte ora para la vida yo quiero de oy más vuestra amistad, teniénd’os por verdadero amigo para todo lo que mandardes. (Silva, 2004, XXXI, p. 114)

Amadís de Grecia se arrodilla y le ofrece su espada en señal de ser vencido, confirmando la igualdad, y con ello se abrazan y dan comienzo a su amistad. Puede observarse cómo el concepto de virtud aristotélico y ciceroniano es alabado por Feliciano de Silva en la consolidación de la amistad entre los caballeros:

El Cavallero de la Ardiente Espada se levantó y ambos se abraçaron luego, donde se confirmó grande amistad entre ellos que mucho y muy verdadera les turó, como adelante se os dirán. ¡O, qué enxemplo para los virtuosos de mucha gloria, y qué reprehensión tan loable para los que no lo son! […] Pues ansí fue hecha grande amistad entre estos dos cavalleros por este excelente nombre de virtud que en ellos complidamente había. (Silva, 2004, XXXI, p. 114)

En algunos casos, la relación que se puede percibir es más bien una de rendición e indefensión a regañadientes ante el caballero vencedor, como ocurre en el caso de la lucha entre Brimartes y el príncipe Branzahar en el Amadís de Grecia. Al ser Branzahar un claro enemigo y carecer de virtud (ha encerrado a la princesa Onoria en un castillo para que nadie contemple su belleza),21 pone su vida al servicio de Brimartes,22 pero tras ser perdonado por el caballero, huye para no volver y acaba sus días tristemente, por lo que no se cumple la concatenación de funciones proppianas que considerábamos. Otro ejemplo similar en el que, sin embargo, sí acaba naciendo la amistad entre los combatientes, es el de Florisando y Coriseo, el Cavallero de la Penitencia. Este último, tras asesinar a unas doncellas por equivocación, es obligado por Floriseo a expiar sus pecados al tiempo que viaja con él, tras lo cual puede unirse al grupo caballeresco con pleno derecho:

Ahora bien, tras ser derrotado por el protagonista, el Caballero de la Penitencia evidencia su arrepentimiento, pide clemencia y ruega que no lo mate sin haber confesado antes sus pecados (un lugar común de algunos personajes caballerescos). En cambio, en este libro la petición del perdón del infractor activa un proceso de transformación moral del antihéroe –que confiesa sus pecados públicamente– y tras corregir su comportamiento y vivir su penitencia consigue alcanzar el estatus de ayudante del paladín principal. (García Ruiz, 2017, p. 170)

Por lo tanto, como argumenta Pine (2022), las emociones que hemos podido ver reflejadas en los anteriores ejemplos responden a una verdadera pureza de la amistad y el encuentro que surge del respeto en la lid guerrera, pero también, por descontado, de la afirmación de género y de la estrategia bélica. Los donantes hostiles, cuando se ven vencidos, pasan a respetar y admirar al contrincante y se unen a su causa, convirtiéndose en auxiliares de la narración. Pero hemos observado cómo esta batalla es una lucha cuerpo a cuerpo, por lo que ceden sus vidas al vencedor, quien, virtuosamente, se las devuelve (en ocasiones, bajo ciertas condiciones). En casos específicos, como observaremos posteriormente, los personajes se unen al héroe al tener todos un enemigo común, por lo que la estrategia es enteramente bélica. Será más adelante, en el momento en el que se demuestran las cualidades del héroe, cuando el verdadero afecto nacerá entre los personajes.

3. De donante hostil a auxiliar en el ámbito masculino del cómic español neomedievalista

Los dos ejemplos escogidos del cómic español con rasgos e inspiraciones épico-caballerescas y medievalistas son también algunos de los más conocidos dentro del panorama hispánico de la narrativa gráfica:23 El Capitán Trueno y El Guerrero del Antifaz. Como demuestra el artículo de Crespo-Vila (2021), entre otros, las aventuras épicas de influencia neomedievalista tuvieron una calurosa acogida dentro del ámbito hispánico, impulsada, por lo general, por la “fiebre” medievalista que inició la obra de Harold Foster, Príncipe Valiente en los Días del Rey Arturo, en 1937. Príncipe Valiente es, en sí, una adaptación laxa del crecimiento del caballero Perceval dentro de las leyendas del ciclo artúrico (vid. Blanc, 2013 y Delgado Mastral, 2018 y 2021) que sirve como una suerte de “espejo de príncipes” moderno para los jóvenes lectores del cómic en su proceso de madurez hasta la condición de caballero.

El Guerrero del Antifaz, historia sobre el caballero Adolfo de Moncada creada por Manuel Gago García y publicada por primera vez en 1944, muestra, además de una de las primeras instancias de adaptación iconográfica de los justicieros del pulp24 al cómic español, un modelo de caballero hispánico que se encuentra en el terreno de la epopeya de la Reconquista por su eterna venganza contra su padre adoptivo, el malvado jefe musulmán Alí-Kan. Un poco más adelante, encontramos la obra de Víctor Mora y Miguel Ambrosio Zaragoza (‘Ambrós’), El Capitán Trueno, publicada a partir de 1956, donde se tratan las aventuras encadenadas de un valiente soldado cristiano durante los siglos XII y XIII25 acompañado de sus amigos Goliath y Crispín, y, de vez en cuando, de su pareja, la bella Sigrid. La obra engarza una aventura tras otra, siguiendo el mismo estilo de las novelas de caballerías, y su héroe se dedica a viajar por terrenos desconocidos luchando contra los enemigos de la justicia y los tiranos.

Existen, a lo largo de estos cómics, numerosos ejemplos de enemigos o rivales que, tras una lucha más o menos igualada contra los héroes, terminan por rendirse al afecto. Sin ir más lejos, las primeras viñetas de El Capitán Trueno nos muestran la valía del héroe a través de una justa amistosa contra el rey Ricardo Corazón de León durante las cruzadas. Trueno aparece durante el comienzo de la primera aventura con el sobrenombre de “El caballero negro” (1982, p. 1) y es el propio rey el que pregunta por su identidad, admirado, haciendo que se descubra ante el público y ante el lector.

Más cercano a nuestro tema de análisis puede verse el primer encuentro entre Trueno y su querido amigo, el fuerte Goliath, que nos es narrado en una analepsis durante el episodio titulado “El ídolo siniestro”. En él, Goliath se halla muy enfermo, y Trueno reflexiona nostálgicamente sobre el comienzo de su relación: ambos caballeros se encuentran a ambos lados de un puente sobre el río, y, confundiendo el joven Capitán a Goliath por un caballero musulmán, le ordena que le deje pasar primero. Goliath (que en ese momento tiene el rostro cubierto por un yelmo) se niega a hacerlo, y se enfrentan sobre el puente, que con la fuerza de los golpes se rompe y los precipita al río. El agua calma los ánimos de lucha, Goliath descubre su identidad para reconocimiento del lector y, como indica el cómic, “fue así como nació una amistad que habría de perdurar a través de los años, haciéndose más sólida cada día” (Mora y Ambrosio Zaragoza, 1982, vol. 4, p. 15-17). Este episodio parece tener sin duda su inspiración más directa en el similar momento en el que, en Príncipe Valiente (1978, vol. 2, p. 26-27), el protagonista, Valiant, y su rival, el príncipe Arn, coinciden también sobre un pequeño puente sobre un río. Valiant le exige el paso y, al negarse el príncipe Arn, ambos cargan con sus caballos sobre el puente, rompiendo la barandilla. Arn se precipita a la corriente y es arrastrado por su armadura, pero Valiant lo salva y lo reanima, guiado por los códigos del honor caballeresco (en este caso, se trataría de una situación de auxilio al donante: 0D7-E7-[f9]) y asegurando así la posterior conversión del que era un donante hostil en un auxiliar. Además, Arn equipa a Valiant con la “espada cantarina” Flamberge, que lo acompañará posteriormente a lo largo de sus aventuras. En este caso, la amistad nace no solo del respeto mutuo surgido entre los rivales a lo largo de la lucha, sino también del agradecimiento por las acciones piadosas del héroe.

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Figura 1. Valiant salva a Arn de morir ahogado tras su batalla. Fuente: Harold Foster (1978, vol. 2, p. 27, viñeta 10).

Debemos resaltar que la inspiración para sendas escenas podría venir, asimismo, del episodio de la celebérrima novela medievalista The Merry Adventures of Robin Hood of Great Renown in Nottinghamshire en el que Robin Hood conoce al corpulento Little John, cuando ambos tratan de cruzar el río a través del mismo tronco y ninguno cede el paso a su oponente. Tras enfrentarse en una pequeña lucha con bastones sobre el tronco, de la que sale victorioso Little John, comienza la conocida amistad entre los bandidos:

“Ay, marry,” quoth he [Robin Hood] again, “thou art a tall lad, and eke a brave one, for ne’er, I trow, is there a man betwixt here and Canterbury Town could do the like to me that thou hast done.”

“And thou,” quoth the stranger, laughing, “takest thy cudgelling like a brave heart and stout yeoman”.26 (Pyle, 1883, p. 7)

Existen más instancias de este tipo de relaciones entre caballeros o guerreros en los cómics tratados: Wang Ho, guerrero de Gengis Khan, reconoce la superioridad de Trueno tras luchar contra él en la aventura titulada “Las hordas de Gengis Khan” y se convierte en un auxiliar episódico del grupo de héroes (Mora y Ambrosio Zaragoza, 1982, p. 67). Gundar, pretendiente de Sigrid (el objeto amoroso de Trueno) en el episodio “La ola implacable” (Mora y Ambrosio Zaragoza, 1982, p. 220) es vencido asimismo por Trueno y no solo renuncia a su amor por la dama sino que aparecerá como aliado en varias ocasiones posteriores.

En el caso de El Guerrero del Antifaz, aunque se trata de un solo ejemplo, resulta especialmente significativa: su amistad con los hermanos Kir. Así es como se denominan en conjunto los colosos Santhal, Osmín y Soleimán, en los episodios titulados “Los tres Kir” y “Guerra contra Harúm” (Gago, 1981, vol. 6). Se trata de una alianza provisional entre el guerrero cristiano y los hermanos sarracenos sobre la base del odio compartido hacia el malvado tirano Harúm, pero también debido a la superioridad física y moral de Adolfo de Moncada sobre los hermanos. Adolfo los vence en combate, y, tras su alianza, se rescatan mutuamente en varias ocasiones y la admiración de los hermanos por el héroe continúa creciendo. Se trata, quizás, de un pequeño interludio en el espíritu de cruzada (vid. Montaner Frutos, 2018) que invade la obra para resaltar los valores fronterizos que resalta Castillo Didier: “un espíritu heroico para el cual el honor, el valor, la intrepidez, la fortaleza, el apropiamiento de tierras, y el prestigio que todo ello otorga, constituyen valores fundamentales” (2009, § 4). Es decir, la lucha de Adolfo de Moncada, pese a ser acorde a los valores de la Reconquista contra los musulmanes, demuestra, en estas instancias de amistad masculina, unos valores que se encuentran por encima de la frontera: “lo que deja al otro potencial antagonista, el ajeno a dicho grupo, el transfronterizo [...], como un ‘radical libre’, capaz de asociarse sea con el héroe, sea con su enemigo, o incluso de mantenerse neutral” (Montaner Frutos, 2018, p. 111).

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Figura 2. Escenas de la evolución de la amistad entre uno de los hermanos Kir y el guerrero del antifaz. Fuente: Gago (1981, vol. 6, p. 10, viñeta 1 y p. 71, viñeta 3, respectivamente).

4. El nacimiento de la amistad y el amor en personajes femeninos de la literatura caballeresca y el cómic a través de la batalla

Resulta significativo señalar que, aunque en el presente artículo nos hemos centrado especialmente en la amistad masculina en el contexto épico-caballeresco y, en concreto, en la amistad masculina nacida de un enfentamiento previo, esto no se restringe únicamente al ámbito masculino en los casos de los libros de caballerías o la narrativa gráfica. Pese a que Pine afirma que la amistad era un concepto considerado como singular dentro del género masculino, ya que se pensaba que solo los varones eran suficientemente virtuosos para experimentarla (2022, p. 228), existen personajes femeninos que tienen una relación similar con los protagonistas en estas narrativas.27 Encontramos varios ejemplos evidentes de ello en el estudio de la virgo bellatrix llevado a cabo por Marín Pina (1989), donde destacan personajes de amazonas y doncellas guerreras28 dentro de la literatura caballeresca. Si bien es cierto que muchas de ellas deben vestirse como caballeros para adquirir la libertad de movimiento propia de los varones en la época y convertirse en “doncellas andantes” (Marín Pina, 1989, p. 92),29 las amazonas caballerescas como Calafia, reina de California, no renuncian a su feminidad:

Sin renunciar ni ocultar nunca su condición femenina, Calafia pelea en el campo de batalla como cualquier otro caballero, porque su deseo de fama personal, sus inquietudes, su valentía y su destreza con la espada son idénticos aunque ella sea una mujer. Estas cualidades, ajenas por completo a las presentadas por la tradicional heroína artúrica, dotan a la amazona caballeresca de una autonomía dentro del relato de la que no había disfrutado hasta entonces la mujer en los libros de caballerías. (Marín Pina, 1989, p. 86)

Y, de hecho, se molestan profundamente al luchar contra los caballeros cuando estos no se atreven a atacarlas de forma directa y de igual a igual. Esto ocurre, por ejemplo, en el caso de la propia reina Calafia en su batalla contra Amadís de Gaula en Las Sergas de Esplandián (Rodríguez de Montalvo, 1521), quien se niega a utilizar su espada y trata de herirla levemente con un trozo de lanza:

Cuando ella esto vido, dixo:

–Cómo, Amadís, ¿en tan poco mi esfuerço tienes que a palos me piensas vencer?

Él le dixo:

–Reina, yo siempre tuve por estilo servir e ayudar a las mugeres. E si en ti, que lo eres, pusiesse arma alguna, merecía perder todo el bien hecho passado.

La reina le dixo:

–Cómo, ¿en la cuenta d'essas me pones? Pues agora lo verás.

E tomando su espada con las manos ambas fue con gran saña por lo ferir. (CLXVI, folio CXVIv)

Ocurre una instancia similar en el Amadís de Grecia, en la lucha entre Lisuarte de Grecia y Zahara, reina de Sármata, en el momento en el que este adopta una actitud meramente defensiva en la batalla, a lo que la reina le replica burlonamente: “Lisuarte, no me hagas tanta afrenta que me quieras y pienses vencer sin armas” (Silva, 2004, LIV, p. 373). Una vez que ambas reinas amazonas son derrotadas, como ocurre con los caballeros varones, se ponen al servicio de los héroes: “Yo quedo en tu poder forçada por el mío a cumplir tu voluntad por mayor gloria tuya y quebrantamiento de mi soberbia, porque mayor vencimiento dicen los sabios que es el fuerte vencerse a sí mismo” (Silva, 2004, LIV, p. 374).

Destaca también el personaje de Minerva, que, “vencida en el combate, se convierte en servidora de Cristalián y Penamundi” (Marín Pina, 1989, p. 286). Este personaje, como muestra Piera (2010), es un caso especial, puesto que El Cristalián se encuentra escrito por una autora y puede que eso sea la razón de que su travestismo no nazca de la voluntad de salvar a su amado o vengar su honra, como venía siendo lo tradicional en las heroínas de estas narraciones, sino por su verdadera voluntad de ejercer como caballero (p. 77). De hecho, Cristalián la alaba como a cualquier otro caballero al enfrentarse contra ella: “Y el héroe de la obra, Cristalián, después de haber luchado con ella afirma: «–Mi señora –dijo don Cristalián– hacéis ventaja a todos los (caballeros) del mundo, así en bondad de armas, como en todo lo demás» (p. 469)” (Piera, 2010, p. 77). Al igual que ocurre en los ejemplos caballerescos masculinos, tras ser vencida, Minerva se convertirá en la fiel auxiliar del protagonista: “A partir de este primer encuentro y combate entre Cristalián y Minerva, la dama se convertirá en amiga, confidente y compañera de batallas del héroe” (Piera, 2010, p. 80).

Hemos recogido hasta ahora algunos ejemplos ilustrativos de los libros de caballerías castellanos. Sin embargo, al igual que ocurre en los apartados anteriores, esta tipología de personajes femeninos que muestra un donante hostil transformado en auxiliar se ve representada de la misma manera en los cómics neomedievales que hemos tratado, con múltiples ejemplos: sin ir más lejos, Sigrid, futura pareja del Capitán Trueno, intenta de asesinarlo al conocerlo tratando de salvar a su padre, Ragnar Lodbrok, que se encuentra preso por el protagonista (aunque él también se convertirá en un aliado ulteriormente) (Mora y Ambrosio Zaragoza, 1982, p. 19).

Otros ejemplos llamativos en El Capitán Trueno son los de los personajes de Singhi-Lai, la capitana pirata del episodio “El país de los faraones” (Mora y Ambrosio Zaragoza, 1982, vol. 1, p. 129), y Zaida, la comerciante de esclavos de la aventura titulada “La ola implacable” (Mora y Ambrosio Zaragoza, 1982, vol. 1, p. 197). Ambas son mujeres que desempeñan papeles tradicionalmente masculinos en las narraciones de aventuras, y ambas son vencidas en un duelo físico contra Trueno, tras lo cual no solo se alían con los protagonistas,30 sino que se enamoran perdidamente del héroe. Este tipo de donante convertido en auxiliar puede relacionarse desde un punto de vista social con los motivos tradicionales del cortejo y el matrimonio que ya mostraba Vladimir Propp en su descripción de lo que denominaba como “la mujer difícil”: “Pasemos ahora a otra función de la princesa. Antes de unirse en matrimonio, pone a prueba al novio, confiándole diversas tareas difíciles” (1974, p. 450). Es el ejemplo clásico de Brunilda, en El cantar de los nibelungos, o incluso de la princesa que pone pruebas a sus pretendientes, como ocurre en la ópera Turandot, de Giacomo Puccini (basada en la obra de Carlo Gozzi). En una variante más contemporánea a la producción del cómic, podría incluso considerarse que este tipo de relación corresponde a ciertas dinámicas de relaciones amorosas entre hombres y mujeres retratadas en el cine de ese momento. Estos personajes femeninos eran representados con atributos tradicionalmente masculinos que finalmente podían ser “domados”, o bien su relación con el amor era violenta de alguna manera, como ocurre en Lo que el viento se llevó (1939) o La fiera de mi niña (1938).31

Imagen

Figura 3. Zaida participa en la batalla. Fuente: Mora y Ambrosio Zaragoza (1982, vol. 1, p. 219, viñeta 7).

Finalmente, en El Guerrero del Antifaz podemos destacar la figura de Zoraida, una bella mujer árabe que se enamora perdidamente del protagonista y que, en el momento en el que él se encuentra prisionero, se disfraza de caballero y parte en su rescate en el episodio “El reino de Motamid” (Gago, 1981, vol. 14, p. 11). En este caso, no se trata, sin embargo, de un donante hostil transformado en auxiliar, sino de una tipología de personaje que encaja más con el concepto de la païenne amoureuse o “mora enamorada”, introducido por Bédier (1888, p. 48). Se trata de un personaje con una clara función sintáctica y argumental que proviene del otro lado de la frontera y que se enamora del protagonista, ayudándolo en su misión, y, generalmente, liberándolo en el caso de haber sido preso por el padre, marido o amo de la joven. Los ejemplos de esta instancia se pueden remontar hasta Circe o Dido, pero en la épica medieval se aprecian ejemplos claros en el Diyenís Akritas, la leyenda de Los siete infantes de Salas, la historia del cautivo del Quijote e incluso la épica carolingia e italiana, como analiza Montaner Frutos (2005, 2005-2006, 2013), así como Montaner Frutos y Goncharova (2021).

5. Conclusiones

Como se ha podido comprobar a lo largo de estas páginas, la fuerte relación amistosa que existe entre algunos héroes de cómic y otros personajes de historias de aventuras épico-caballerescas modernas se ve influenciada de forma muy directa por los fuertes sentimientos de amistad y devoción que existían ya en la literatura caballeresca hispánica anterior.32 Tanto las relaciones entre personajes de la narrativa gráfica como aquellas de la narrativa caballeresca muestran un patrón que podemos analizar desde la perspectiva narratológica o sintáctica sirviéndonos de las funciones de Vladimir Propp, que tratan de la relación con el donante hostil: un personaje que, al ser derrotado, da en contra de su voluntad un objeto mágico o su propio servicio al héroe, convirtiéndose en su auxiliar. En muchos casos ocurre que el héroe, tras derrotar a su contrincante, le perdona la vida o bien se ve obligado a interrumpir la lucha o disputa para rescatarlo de una situación de peligro, lo que constituye, en suma, una victoria moral. Cuando esto ocurre, el héroe se muestra, frente al lector y frente a su rival, como un personaje superior en vigor y en virtud. En la mayor parte de los casos que hemos comprobado, esta es la relación entre ambos personajes. Sin embargo, en algunas de las historias que inspiran las viñetas observadas es el héroe el que cae o se encuentra indefenso ante su adversario temporal (como es el caso de Gilgamesh o de Robin Hood): en ese caso, el héroe acepta graciosamente su derrota y el respeto mutuo surge de la misma manera.

Hemos observado cómo las relaciones de hermandad y amistad intensas eran especialmente importantes en el ámbito caballeresco, tanto real como literario, puesto que constituían un apoyo estratégico en la batalla, pero, además, eran una forma de afirmación masculina en la competición y la rivalidad contra otros caballeros. Como puede observarse, en el ámbito literario y de la narrativa gráfica existen asimismo numerosos ejemplos de este tipo de amistad igualitaria y bélica entre hombres y mujeres guerreras. En muchas ocasiones, la reverencia de las mujeres vencidas en combate se traduce en una atracción romántica hacia el héroe, aunque, en términos sintácticos, su papel suele ser idéntico al de los hombres, manteniéndose como auxiliares [F9].

Los héroes caballerescos medievales y del Siglo de Oro, así como los héroes de cómic neomedievales, que son sus descendientes indirectos, siguen, consciente o inconscientemente, los preceptos acerca de la amistad que ya defendían Cicerón y Aristóteles, y, en especial, el concepto de la virtud que une a los seres humanos y que los destaca por encima del resto de personajes. Su fuerza y bondad son capaces de generar admiración entre sus rivales e incluso amor.

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*Celia Delgado Mastral es Doctora en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Zaragoza con su tesis Funciones y motivos épicos en la narrativa gráfica y de animación. Forma parte del proyecto de investigación “Narremas y Mitemas: Unidades de Elaboración Épica e Historiográfica” (NYMUEEH). Sus líneas de investigación son la narrativa gráfica, la épica y el estudio narratológico de distintos medios como los cómics, el cine o los videojuegos.


  1. El presente trabajo se inscribe en las actividades del proyecto PID2021-127063NB-I00: Narremas y Mitemas: Unidades de Elaboración Épica e Historiográfica, del Programa Estatal de Generación de Conocimiento (MCIU/AEI/FEDER, UE). Agradezco al Dr. Alberto Montaner Frutos, a Beatriz Lago y a Marcos García Pérez sus útiles aportaciones y consejos en la confección de este artículo.↩︎

  2. [104] Vos autem hortor ut ita virtutem locetis, sine qua amicitia esse non potest, ut ea excepta nihil amicitia praestabilius putetis. [Sólo me queda exhortaros a que estiméis en tanto la virtud, sin la cual no hay amistad posible, que, fuera de ella, no encontréis nada preferible a la amistad.] La traducción citada es de García Yebra (1983).↩︎

  3. [48] XIV. Cum autem contrahat amicitiam, ut supra dixi, si qua significatio virtutis eluceat, ad quam se similis animus applicet et adiungat, id cum contigit, amor exoriatur necesse est. [Siendo la virtud, como arriba dije, la que coincilia la amistad cuando alguno de sus destellos encuentra un alma semejante que se le adhiera y junte; cuando esto sucede, el amor surge necesariamente.] Siguiendo las teorías medievales que recoge Horner Reiss en su estudio acerca del ideal medieval de la amistad, la amistad se encontraría por encima del amor romántico como la máxima expresión del amor humano (1986, p. 131).↩︎

  4. Aunque sí recomienda cierto enfrentamiento cuando es necesario, sin recaer en el odio: [88] Est enim varius et multiplex usus amicitiae, multaeque causae suspicionum offensionumque dantur, quas tum evitare, tum elevare, tum ferre sapientis est; una illa sublevanda offensio est, ut et utilitas in amicitia et fides retineatur: nam et monendi amici saepe sunt et obiurgandi, et haec accipienda amice, cum benevole fiunt. [Pues la práctica de la amistad es variada y múltiple, y se dan muchas causas de sospechas y ofensas, que o evitarlas, o suprimirlas, o soportarlas es propio del sabio; aquella única ofensa debe ser soportada, de manera que la verdad y la fidelidad se retengan en la amistad: pues, a menudo, los amigos deben ser amonestados y reprendidos, y estas cosas deben ser recibidas amistosamente, cuando se hacen benévolamente].↩︎

  5. [el desafío mutuo, el deseo de dominar al adversario-amante, la absorción total en su movimiento y la excitación ansiosa por establecer contacto con él inflamaban el deseo entre los amantes, les permitían conocerse de cerca, reconocer el poder y las debilidades del otro y construir una relación más estrecha e íntima. Así, no es casual que el diálogo de Platón sobre el amor y la amistad, Lisis, se desarrolle en una palaestera.] Las traducciones del inglés son mías.↩︎

  6. [Para ser amigos, las personas deben reconocerse mutuamente como iguales, al menos en el nivel básico de su humanidad. Sin el reconocimiento de la humanidad del otro, sin un nivel básico de respeto mutuo, la amistad es imposible. [...] La igualdad está también en el corazón mismo del agón; porque la competición y la rivalidad, como aclara Aristóteles, sólo pueden existir entre quienes son más o menos iguales.]↩︎

  7. Siguiendo la edición de Federico Lara Peinado.↩︎

  8. Consideramos el neomedievalismo a grandes rasgos como la recreación de motivos y temas de inspiración medieval en la cultura actual (vid. Lacalle, 2023, o Montaner Frutos, 2024, centrado más específicamente en la épica, para revisiones actuales del término), y el género fantástico de literatura, reducido especialmente a la Alta Fantasía, como una evolución natural de la narrativa épico-caballeresca y folclórica, tanto en sus temas y motivos como en su desarrollo argumental desde el punto de vista del estudio narratológico (vid. Delgado Mastral, 2024).↩︎

  9. Según el diccionario de Rusova: uno de los principales géneros del folclore, predominantemente un relato artístico en prosa de carácter mágico, aventurero o cotidiano con especial atención a la imaginación fantástica” (2004, párr. 1).↩︎

  10. “Princesa” es el término recurrente utilizado por Propp para la esfera de acción del “personaje buscado”, que incluye funciones como la petición de realizar tareas difíciles (M), la imposición de una marca (J) o el matrimonio como recompensa (W), entre otras (Propp, 1971, p. 91).↩︎

  11. Aunque existen numerosas variantes de la función D, como llamadas de auxilio, clemencia, liberación y otros servicios.↩︎

  12. En general, la función F9 implica, dentro del corpus de Propp, una fórmula convocatoria del donante hostil: es su variante en minúscula, f9, la que aparece generalmente, puesto que implica la manifestación del donante hostil (ahora auxiliar) sin necesidad de una fórmula mediadora de convocatoria. Sin embargo, para simplificar el presente estudio, que no necesita de este nivel de profundidad metodológica, nos referiremos a la función en general como F9.↩︎

  13. [El amor entre los amigos caballeros se convirtió en un componente habitual e incluso esperable en los poemas épicos y los romances de la literatura de los siglos XII y XIII. Los compañeros caballerescos, dos amigos devotos a los que se reconoce un vínculo afectivo especialmente fuerte, aparecen en algunos de los relatos y gozan de un elevado estatus como emblema de la cultura guerrera. Los registros históricos de la época sugieren que los amigos varones de confianza y/o queridos también desempeñaban un papel importante en el mundo noble/caballeresco real.]↩︎

  14. [Además, la masculinidad caballeresca consistía en cualidades que los guerreros medievales de élite consideraban varoniles, entre ellas los vínculos emocionales y afectivos entre caballeros. Estos lazos podían crear una amistad íntima entre dos hombres. Los escritos de Aristóteles y Cicerón sobre la amistad idealizada influyeron en las concepciones medievales de la institución social. Así, la verdadera amistad se consideraba el resultado de una persona virtuosa que reconocía la virtud de otra.]↩︎

  15. Con todo habría que tener cautela en no caer en la mera alianza por conveniencia y conservar la virtud de la amistad: “Siendo de este modo las representaciones de la amistad, entonces los malos sustentarán su amistad en el placer y en la conveniencia, en tanto que semejantes; mientras que los buenos lo harán por ellos mismos puesto que serán amigos en cuanto buenos” (Aristóteles, 2009, 1157b).↩︎

  16. [Su vínculo de cooperación permitía a las parejas comportarse varonilmente, ya que la principal cualidad de la masculinidad medieval consistía en demostrar su valía compitiendo con otros hombres y dominándolos. Los acuerdos creaban oportunidades para que las parejas se convirtieran en superiores a otros hombres en contextos marciales y no marciales.]↩︎

  17. “Assí anduvieron hiriéndose de muy grandes y esquivos golpes una gran pieça del día, tanto que sus escudos eran rajados y cortados por muchas partes, y así mesmo lo eran los arneses, en que ya muy poca defensa en ellos había, y las espadas tenían mucho lugar de llegar a menudo y con daño de sus carnes, pues los yelmos no quedavan sin ser cortados y abollados a todas partes” (Rodríguez de Montalvo, 2018, XXII, p. 472).↩︎

  18. Hay múltiples instancias de este motivo y su consiguiente formulación, de entre la que destacamos la que ocurre en la batalla entre Amadís de Grecia y Lucencio, el Caballero Verde: “… y avía ya bien seis oras que la batalla començaran que no se podía aver mejoría en ninguno d’ellos. Todos los que miravan dezían que nunca tales cavalleros avían sido, y que el Cavallero de la Ardiente Espada avía hallado su par y que gran daño sería si tales cavalleros muriessen” (Silva, 2004, XXXIII, p. 121).↩︎

  19. “Ya tenía Florisando cuatro heridas muy grandes e Rolando otras cuatro” (Páez de Ribera, 2018, LIX, p. 170).↩︎

  20. En este caso, podría señalarse que Rolando comienza con un papel que recuerda más al de un agresor, puesto que ha realizado una fechoría: A1 (rapto de un ser humano) (Propp, 1971, p. 148). Sin embargo, la posterior amistad con Florisando y su arrepentimiento indican que argumentalmente no se trataba de un agresor, aunque comience actuando de una forma común con este, sino un donante hostil, puesto que un agresor no puede convertirse en auxiliar.↩︎

  21. Volvemos a encontrar un ejemplo semejante al de Rolando.↩︎

  22. “por tanto, hazed de mí lo que quisierdes, que en tu poder es darme la muerte” (Silva, 2004, LIX p. 201-202).↩︎

  23. La influencia épico-caballeresca excede con mucho los cómics de Trueno y el Guerrero: otro ejemplo muy representativo, aunque menos conocido, es Garín, de Antonio Hernández Palacios (autor también de un extenso, aunque inconcluso, cómic sobre la historia del Cid Campeador), breve historieta de 1977 publicada en la revista francesa Pif Gadget (Coulange, s.f.) que sigue el modelo narrativo de los relatos caballerescos breves.↩︎

  24. Piénsese en historias de iconografía similar como El Zorro (1919), La Sombra (1931), El Hombre Enmascarado (1936), o, ya en el terreno del cómic, el archiconocido Batman (1939).↩︎

  25. Aunque con algunos elementos anacrónicos, como la invención del globo aerostático por el sabio Morgano en el episodio titulado “El aliado invisible”, como señala Llosa Sanz (2019, p. 122).↩︎

  26. [–Ay, vaya, –dijo de nuevo [Robin Hood], –eres un muchacho alto y valiente, pues creo que nunca ha habido un hombre entre esta y la ciudad de Canterbury que pudiera hacerme lo que tú me has hecho.

    –Y tú– dijo el forastero, riendo, –manejas el garrote como un valiente y robusto campesino.]↩︎

  27. Para un estudio detallado acerca del papel de la mujer en la aventura caballeresca, remito a Haro Cortés (1998).↩︎

  28. La tipología de la doncella guerrera no es desconocida en el cómic internacional: podemos destacar dos ejemplos muy diferenciados pero fundamentales como son Lady Oscar, en La rosa de Versalles, de Riyoko Ikeda (1972) –manga situado en este caso durante la Revolución Francesa– o la conocida Red Sonja, creada por Roy Thomas y Barry Windsor-Smith para Marvel Comics en 1973.↩︎

  29. La infanta Gradafilea rescata a su amado Lisuarte dos veces vestida con sus propias armas, gracias a las cuales él la reconoce finalmente (Silva, 2004, XVIII, p. 286).↩︎

  30. Zaida lucha en las batallas e incluso ayuda a rescatar a Sigrid en una ocasión (vid. figura 3).↩︎

  31. Especialmente teniendo en cuenta que iconográficamente hay una clara inspiración física de las mujeres de los cómics en las estrellas de cine de la época, como afirma Cuenca (1995, p. 122).↩︎

  32. A lo largo de este artículo nos hemos centrado principalmente en la literatura caballeresca hispánica; queda pendiente para futuras investigaciones recopilar más citas de los numerosos ejemplos de estas instancias, no solo a lo largo de más obras españolas sino también en sus antecesoras artúricas.↩︎