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https://doi.org/10.30972/clt.258021

CLRELyL 25 (2024). ISSN 2684-0499


LAS ENCUESTAS SOBRE EL HABLA REGIONAL: ENTRE LA HOMOGENEIZACIÓN Y LA DIVERSIDAD DEL ESPAÑOL HABLADO EN EL TERRITORIO NACIONAL DE LA PAMPA (1945-1950)

Regional Speech Surveys: Between Homogenization and Diversity of the Spanish Spoken in the Territorio Nacional de La Pampa (1945-1950)

Melina E. Caraballo*

Universidad Nacional de La Pampa

melinaec@hotmail.com

Recibido: 14/08/2024 - Aceptado: 20/11/2024

Resumen

Berta Vidal de Battini, encargada de la Comisión de Folklore y Nativismo del Consejo Nacional de Educación, elaboró a mediados del siglo XX un proyecto de encuestas que alcanzó a todas las escuelas del país, y contó con la participación de maestras y maestros que relevaron el habla regional y el folklore. En este trabajo, en el que solo se considerarán los legajos enviados desde el Territorio Nacional de La Pampa, se indagará en la Encuesta sobre el Habla Regional (1945) y en la Segunda Encuesta sobre el Habla Regional (1950), con el objetivo de analizar cómo las y los docentes realizaron las tareas de colecta y registro del español en contacto con otras lenguas. Por último, si bien se advierte el esfuerzo de parte del magisterio por homogeneizar el habla, la diversidad lingüística se mantiene, y ello se observa en la coexistencia entre el español y otras lenguas o variedades habladas en el Territorio.

Palabras clave: maestros; folklore; diversidad lingüística; lenguas indígenas; educación

Abstract

Berta Vidal de Battini, responsible for the Folklore and Nativism Commission of the National Council of Education, developed a survey project between 1940 and 1964, which reached all the schools in the country, and involved teachers in surveying regional speech and folklore. In this paper, in which just the files sent from the Territorio Nacional de La Pampa will be considered, we will look into the Regional Speech Survey (1945) and the Second Regional Speech Survey (1950), with the aim of analyzing how teachers collected and recorded Spanish in contact with other languages. Finally, although the teachers’ efforts to homogenize speech can be noticed, linguistic diversity remains, and this can be seen in the coexistence among Spanish and other languages or varieties spoken in the Territory.

Keywords: teachers; folklore; linguistic diversity; indigenous languages; education


Las Encuestas sobre el Habla Regional: entre la homogeneización y la diversidad del español hablado en el Territorio Nacional de La Pampa (1945-1950)

1. Introducción

Este artículo examina el modo en el que las maestras y los maestros documentaron la información en los legajos correspondientes a las encuestas de habla regional (1945 y 1950), planificadas por Berta Vidal de Battini1 e instrumentadas por el Consejo Nacional de Educación (CNE) y la Secretaría de Educación de la Nación. Específicamente, se abordan las respuestas remitidas desde el Territorio Nacional de La Pampa y el accionar del magisterio, sobre todo, en las tareas de recolección y registro del español en contacto con otras lenguas. De este modo, se destaca la labor de estos actores estatales en la preservación lingüística y cultural.

En relación con las encuestas, cabe señalar que Vidal de Battini, desde su rol como encargada de la Comisión de Folklore2 y Nativismo, elaboró un proyecto que incluyó las encuestas de 1940, 1945, 1950, 1957, 1960 y 1964, al que Aída González calificó como una “gesta lingüística etnográfica” (Ferrá de Bartol, 2010, p. 20) por sus particularidades. Esta iniciativa, que alcanzó a todas las escuelas nacionales del país, contó con la participación de maestras y maestros del extenso territorio argentino, quienes relevaron el habla regional y el folklore con el propósito de “conocer y afianzar las particularidades del español de Argentina” (González y García, 2013, p. 3).

Por otra parte, si bien los maestros ya fueron estudiados en relación con el desarrollo de las instituciones educativas en el ámbito territoriano (Billorou y Sánchez, 2008), en su rol como intelectuales y promotores de diferentes iniciativas culturales (Lanzillotta, 2009, 2011; Fiorucci, 2016 y Lionetti, 2016), como burocracias de Estado (Billorou, 2017), en estudios focalizados en aspectos culturales de espacios específicos del interior del país (Farberman, 2010); en este trabajo se propone un análisis que complementa tales perspectivas. Asimismo, se abordará –en línea con los aportes de Verónica Domínguez (2022a, 2022b y 2023), quien estudia el rol del magisterio en la documentación de lenguas indígenas en Chubut y Río Negro– el papel que tuvieron estos agentes estatales en las colectas, como parte de una verdadera labor etnográfica.3 Asimismo, se recuperan los vínculos que forjaron tanto dentro como fuera de las aulas con hablantes de otras lenguas (alemán e italiano), así como frente a la población nativa y su contribución al folklore, lo que constituye un aporte al conocimiento de estos actores y actoras estatales en el espacio pampeano.

A los fines de este artículo, se consideran especialmente las encuestas de 1945 y 1950. Estas se desarrollaron en un contexto marcado por la institucionalización del folklore, entre 1930 y 1940, y durante los gobiernos peronistas (1946-1951 y 1952-1955), cuando se promovió una notable difusión, impulsada por políticas nacionalistas que resignificaron su valor en el escenario nacional (Chamosa, 2012). Hacia 1943, en consonancia con la creación del Instituto Nacional de la Tradición, se disuelve la Comisión de Folklore, establecida en 1939, por parte del interventor del Consejo Nacional de Educación, Ataliva Herrera,4 y se le encomienda al maestro Juan Alfonso Carrizo la tarea de presentar un plan orgánico para integrar el material folklórico recogido en la enseñanza. Años después, en 1945, el CNE creó la Comisión de Folklore y Nativismo,5 integrada por docentes especialistas en folklore –entre quienes figuraba Vidal de Battini, como encargada de la Sección Habla Regional–, con el objetivo de recoger, clasificar y seleccionar las expresiones de la tradición argentina para su difusión en las escuelas primarias.

En el escenario local, y como respuesta a las medidas instrumentadas por el gobierno nacional, el gobernador del Territorio de La Pampa, Juan L. Páez (1948), creó la Comisión Oficial Pampeana de Historia y Folklore para recuperar y difundir las manifestaciones folklóricas nativas.

En los años siguientes, en La Pampa se organizaron recitales, bailes tradicionales y conciertos. A estos eventos se sumaron certámenes literarios y concursos fotográficos, que contaron con la participación de intelectuales locales y regionales.

Durante este periodo, el CNE llevó a cabo la Encuesta sobre el Habla Regional (1945) y la Segunda Encuesta sobre el Habla Regional (1950).6 Ambas formaron parte de un proyecto mayor, el cual puede considerarse una continuación de la Encuesta Nacional de Folklore de 1921 (Domínguez, 2023). Este proyecto, como lo mencionamos anteriormente, fue elaborado por Berta Vidal de Battini, quien además de desempeñarse como Inspectora Seccional del CNE tenía a su cargo la Comisión de Folklore y Nativismo. Por lo tanto, su labor conjugó su profesión como Maestra Normal Nacional y como Profesora en Letras, egresada de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se desempeñó como docente a cargo de Filología hispánica y Folklore argentino, en la Facultad de Filosofía y Letras. Lo anterior le permitió incorporar sus investigaciones sobre folklore en el plano académico. Sin embargo, los aportes de Vidal de Battini al folklore y más específicamente al habla regional iniciaron antes de la creación de la Comisión de Folklore y Nativismo, así como también la recopilación de cuentos y leyendas populares (Blache y Dupey, 2007).

A continuación, se indaga en las dos encuestas de habla regional, provenientes del Territorio Nacional de La Pampa, a partir de la presentación de los siguientes apartados: uno dedicado a la Encuesta sobre el Habla Regional (1945) y el otro a la Segunda Encuesta sobre el Habla Regional (1950). Este análisis permitirá comprender el modo en el que el magisterio llevó a cabo el registro y la clasificación del habla regional en esta área específica.

2. Primera Encuesta sobre el Habla Regional -ESHR- (1945)

Frente a la preocupación por la inmigración extranjera, Vidal de Battini elaboró la Encuesta sobre el Habla Regional (ESHR) y la siguiente con el objetivo de aportar a la enseñanza del idioma nacional en las escuelas (Ministerio de Educación de la Nación, 1945), tal como puede leerse en las instrucciones de la primera y la segunda encuesta sobre el habla regional.

A partir de la ESHR (1945), el CNE se propuso llevar adelante un estudio sobre el español en Argentina y, al mismo tiempo, contribuir con su enseñanza en las escuelas (El Monitor de la Educación Común, 1961). A su vez, estos registros, según Domínguez (2023), por un lado, cimentaron las bases para llevar a la práctica determinadas políticas públicas y, por otro, sirvieron para la producción de materiales didácticos destinados a la enseñanza.

La Encuesta de 1945 se divide en tres partes: “Algunas instrucciones”, en la que se especifican seis artículos para explicar el modo en el que cada docente debía llevar a cabo la tarea de registro; el “Cuestionario”, que constaba de treinta y seis puntos, todos ellos vinculados, sobre todo, con el habla (entonación y pronunciación), pero también con aspectos morfológicos y sintácticos; y un apartado final denominado “Narraciones”. En este último se solicitaba el envío de “una nómina de las personas del lugar que sepan cuentos y leyendas populares y el título de alguno de ellos” (CNE, 1945, p. 4); también, se pedía que se adjuntaran todas las variantes que fuera dable consignar, con una transcripción lo más fiel posible.

Sin embargo, no se pudo hallar evidencia de esa tercera parte de la Encuesta en los legajos correspondientes a La Pampa. Respecto de esta situación, María Inés Palleiro (2021) explica, por un lado, que Berta Vidal de Battini habría extraído de las encuestas el material para “su monumental obra Cuentos y leyendas populares de la Argentina en nueve tomos, con un décimo tomo de edición póstuma” (p. 12). Por otro, agrega que estos textos “han sido cuidadosamente arrancados” (p. 14) de carpetas de las encuestas, dato que habría sido verificado por ella y por Aída González. Luego, aclara que estas son solo conjeturas, puesto que no es posible comprobar que los legajos correspondientes al apartado “Narraciones” hayan sido efectivamente quitados para ser editados como parte de una recopilación narrativa (Palleiro, 2021).

De esta encuesta, se recibió un total de 14050 cuestionarios de todo el país y, debido a que no se instruyó al magisterio sobre la realización de la labor, las respuestas resultaron muy dispares (Vidal de Battini, 1964). En La Pampa, el trabajo de recolección y registro se realizó en doscientas cincuenta escuelas del Territorio, con la participación de docentes y personal directivo, y comprendió la casi totalidad de los departamentos, a excepción de Chicalcó, de donde no existe ningún registro, como puede observarse en el siguiente mapa:

Mapa 1

Encuesta sobre el Habla Regional (1945) en La Pampa

Imagen

Fuente: elaboración propia.

A partir de los legajos enviados es posible observar las variantes en las que cada agente estatal ponía el acento para subrayar cuál era el español hablado en cada una de las escuelas pampeanas. Entre ellas, se destacan las relativas a los niveles fonéticos y suprasegmental y las que afectan la expresión de la concordancia, tal como se sugiere en los siguientes ejemplos enviados por docentes de tres escuelas del Territorio:

La tonada del habla en la Colonia es parecida a la provincia de Buenos Aires. Es más llana, no tan remarcada en la pronunciación de la r y la y. (Escuela N° 85, Colonia Argentina y Belverde, Depto. Maracó, foja 1. El subrayado consta en el original)

La letra ‘s’ es pronunciada como se estila en Buenos Aires. No hay deformación en los plurales de las palabras… (Escuela N° 38, Santa Rosa, Depto. Capital, foja 6)

El sonido s no se usa al final de las palabras. Ejem: Los alumnos van a la escuela: Lo alumno van a la escuela. Los perros corren las liebres: Lo perro corren la liebre. (Escuela N° 99, Santa Isabel, Depto. Chalileo, foja 4)

Esta información sería recuperada años después por Vidal de Battini en su obra El español de la Argentina. Estudio destinado a los maestros de las escuelas primarias (1964), en la que establecen cinco regiones lingüísticas, en función de las variedades registradas: 1) Región del litoral, 2) Región guaranítica, 3) Región del noroeste, 4) Región cuyana y 5) Región central. La Pampa se incluyó en la región del litoral, junto con la provincia de Buenos Aires, la casi totalidad de Santa Fe, parte de Entre Ríos y la Patagonia, por compartir características lingüísticas semejantes.7

A su vez, en cada legajo se describe de forma negativa la lengua de algunas comunidades en particular, como es el caso de los “ruso-alemanes”8 ubicados, en general, en colonias. Solo a manera de ejemplo, pueden citarse las escuelas 244 de Colonia Cazaux, 227 de Colonia Anasagasti y 258 de Colonia La Florida, del Depto. de Guatraché; la 219 de Colonia Rosario, del Depto. Caleu Caleu; la 296 de Médanos Blancos, del Depto. Capital. En ellas, el personal directivo insiste en la conformación étnica de la población y cómo ello dificultó la tarea solicitada. De hecho, en algunos casos, como sucedió con la escuela 296, no se remitió información por considerar que no correspondía, ya que la población hablaba, mayormente, en alemán, mientras que el “idioma nacional solo es hablado en la escuela” (Escuela N° 296, Médanos Blancos, Depto. Capital, foja 1). Al respecto, en cada cuestionario proveniente de estas escuelas se deja entrever una ideología lingüística recurrente: el mantenimiento y uso de la lengua de estas poblaciones atenta contra el “idioma” y la identidad nacional.

Por otra parte, en el caso de aquellos lugares donde abundaba la población italiana, las representaciones no fueron del mismo tenor que las que se consignaron sobre las poblaciones “ruso-alemanas”. Probablemente, la diferencia entre uno y otro relato obedezca al mayor porcentaje de italianos radicados en el Territorio, frente a otros grupos migratorios como los alemanes o franceses (Maluendres, 1995; Annecchini, 2017), por ejemplo; así como también por sus formas de sociabilidad y participación en diferentes asociaciones.9 A ello se suma, además, que mientras que los italianos hablaban un dialecto, los habitantes de las colonias alemanas hablaban una lengua diferente, quizá este haya sido uno de los motivos por los cuales veían a la lengua como un “obstáculo” para aprender el español.

En relación con la población nativa, en la mayoría de los casos se lleva adelante un proceso de borramiento, a partir del cual se solapa de los registros cualquier indicio que pudiera informar sobre la existencia de lenguas indígenas en La Pampa y de sus hablantes, tal como lo señala Reinaldo E. Prandi, director de la Escuela N° 19, de General Acha: “Ya no quedan rastros ni recuerdos del dominio ranquel, vencidos por los conquistadores del desierto” (Valle Argentino, Depto. Utracán, foja 2). Esto se evidencia también en aquellos legajos en los que se afirma que de tales habitantes solo quedaron algunos vocablos “araucanos” en la toponimia.10 Sin embargo, también es posible hallar otras voces que permiten inferir que las y los docentes, tal como lo plantea Domínguez (2023), llevaron a la práctica, por un lado, una política de “borramiento de las lenguas indígenas” (p. 255); pero, por otro, sus registros reflejan la presencia de población indígena en el Territorio, en contraposición a la idea de que las comunidades se ubicaron en un pasado anterior a la Conquista. En este sentido, entre algunas de las anotaciones etnográficas de maestras y maestros, se documenta una conversación entre un almacenero de barrio y Curruqueo, un poblador indígena conocido en Santa Rosa:

Curruqueo— Bueno día patrón. Vengo a pagale.

Almacenero— Porqué tanto apuro amigo, para eso hay tiempo.

Curruqueo— Yo cuando lo cobro lo pago enseguida, porque si uno lo deja, lo gato suben pa arriba. (Escuela N° 2, Santa Rosa, Depto. Capital, foja 28. El resaltado es propio)

Si bien el diálogo está en español, la maestra –María Elena Aramburu de Fernández–, en la transcripción que hace del habla del “indio”, establece una clara diferencia con la del almacenero, quizá, para marcar que se trata de una variedad diferente debido a la situación de contacto lingüístico entre el español y una lengua indígena. A su vez, en relación con el apellido Curruqueo, Claudia Salomón Tarquini (2010) menciona esta familia y la de Mariano Rosas entre los primeros pobladores de El Salitral, el “barrio más pobre que tuvo Santa Rosa” (p. 136), y que nucleó, principalmente, a peones indígenas. En el diálogo, se visualizan marcas de inconcordancia de número, caída de la /r/ en la forma verbal infinitiva (en “pagale”) y un sobreuso del pronombre “lo” que ponen el acento en los elementos que la docente percibía como distintivos, al igual que la elisión de la sílaba final “-ra”, en la expresión “pa arriba”.

Algo similar se registra en otro legajo de Santa Rosa, en el que la maestra Luisa Scala de Bilbao, en una visita al barrio El Salitral, documenta una conversación con Rosa Avellaneda, sobre la producción de verdura en su huerta: “Alguna guelta lo patrone de la muchacha lo pide y lo vendemo. El año pasado había repoyo pero lo bicho no dejan nada y ademá tengo una chancha que etamo po vendelo…” (Escuela N° 38, Santa Rosa, Depto. Capital, foja 47. El resaltado es propio). En esta transcripción, además de marcar la aspiración del fonema /s/, la maestra también subraya el uso del clítico “lo” invariable en las frases y del fonema /y/ en lugar de /ll/, como en “repoyo”.

Estos aspectos también se recuperan en el legajo de Elisa U. de Luján. Para esta maestra, un sector de la población pampeana, al que denomina “gente de campo”, conserva una modalidad de expresarse que surge como consecuencia del contacto con “rasgos indígenas”, cuyos elementos quedaron grabados desde “el dominio del indio hasta la civilización” (Escuela N° 38, Santa Rosa, Depto. Capital, foja 49).11 Entre estas características, la maestra menciona el uso de expresiones como “pa dentro” y “pa fuera”, la pérdida de la /s/ en final de palabras y la confusión entre /ll/ y /y/ (fojas 50-51).

En los dos primeros ejemplos, se remarca el uso del loísmo, fenómeno que Vidal de Battini (1964) sitúa desde Catamarca hasta el límite con Bolivia y Santiago del Estero, como resultado del bilingüismo quechua-español (Chang, 2018).12 Sin embargo, la propia Vidal de Battini explica que el estudio de la región del litoral es complejo y que ameritaría un análisis en particular. Y, en este sentido, tal como lo propone Leonor Acuña (2013), en relación con El español de Argentina… (1964), a diferencia de lo que ocurre con el quechua y el guaraní, el español hablado en la zona de contacto con el mapuche y las lenguas del Chaco no se incluyen en la obra.

En cuanto a los “rasgos” que menciona la maestra Elisa U. de Luján, son algunos de los que identifican Leonor Acuña y Andrea Menegotto (1996) al analizar el contacto español-mapuche en la región. En el plano fonológico, además de la aspiración y pérdida de /s/, las autoras recuperan el uso de la vibrante, aunque concluyen en que no hay motivos para suponer que la articulación de /ř/ surja del contacto con el mapuche. Dentro de la gramática, en el sistema pronominal advierten el uso del loísmo como una marca de este contacto, lo que deviene en una falta de concordancia entre el clítico y su referencia. Otro fenómeno que se desprende de lo anterior es el uso de “lo” (o “le”), en reemplazo del pronombre de primera persona plural “nos” (“lo patrone de la muchacha lo pide…”). En este caso, el “nos” desaparece y se emplea “lo” para acusativo y dativo femenino y masculino (Acuña y Menegotto, 1996; Acuña, 2013). A su vez, el género y el número no serían categorías fuertes en la “correferencia pronominal” (p. 261) (“tengo una chancha que etamo po vendelo”), lo que, generalmente, se ve como un error de concordancia. Por su parte, Marisa Malvestitti y Mahe Ávila Hernández (2021) se refieren al uso de ‘lo’ como invariable, en relación con los rasgos de género y número, para el área de influencia del mapuzungun tanto en Argentina como en Chile.

Otros ejemplos, sobre la presencia indígena, los aportan la maestra María Elena S. de Migoni y Georgina Lucero Burgos de Stieben, de Anguil, y Diego Camargo, de Árbol de la Esperanza. La primera comenta que en Anguil permanecieron “indios”, entre ellos Relinqueo,13 cuyas hijas asistieron a la escuela N° 39 de esa localidad.14 La segunda aclara que, si bien no tiene registro de cuentos y leyendas de boca de los pobladores, sí conoce las narraciones de la región recopiladas por su esposo, Enrique Siteben,15 uno de los intelectuales más destacados en la etapa territoriana (Lanzillotta, 2011) y referente del folklore en el escenario regional.16 En este sentido, en Hualicho Mapu. Leyendas, cuentos y relatos de La Pampa misteriosa (1951), Stieben menciona a Victoria Canhué, Juan Curruqueo17 y Silvano Pincén,18 entre las personas que, según el autor, aportaron sus historias a la compilación de relatos araucanos. El tercero, Camargo, sentencia que no ha podido incorporar narraciones en el apartado correspondiente, ya que las personas a las que consultó no conocen ninguna. También alega la falta de contacto con la población indígena, al señalar que “tal vez los descendientes de indios conozcan alguna, pero viven lejos de la parte más poblada, por lo que se hace casi imposible saberlo a ciencia cierta” (Escuela N° 294, Árbol de la Esperanza, Depto. Limay Mahuida, foja 9).

En otros legajos se menciona la incorporación de algunas leyendas o cuentos, como documenta la maestra Aurora Monge: “Acompaño en papel aparte unas propias de Don Feliciano Gatica en épocas de los indios” (Escuela N° 37, Colonia Escalante, Rural, Depto. Capital, foja 12); aunque no fue posible hallar estos registros, quizá, debido a los argumentos esbozados por Palleiro (2021).

A partir de lo anterior, es posible inferir, en primer lugar, que las narraciones, que habrían sido extraídas de las encuestas, se asocian directamente con el folklore argentino, no así las preguntas formuladas en el cuestionario. Al respecto, la maestra Haydeé M. O. de Almada, en relación con su colaboración a la solicitud del CNE, aclara que “consistirá en contestar a las preguntas del «Cuestionario» debido a que en esta región no existe nada digno de especial atención relacionado con nuestro Folklore” (Escuela N° 41, Vértiz, Depto. Chapaleufú, fojas 1-2). De ello se desprende, tal como lo atestiguan numerosos legajos, que las narraciones y, en particular, los cuentos y leyendas populares están vinculados con la población nativa. Por ello, en muchos casos, el personal docente de algunas escuelas aduce que no pudo cumplimentar con esa parte de la solicitud de la encuesta debido a que en el lugar en el que desempeña su labor solo hay población relativamente joven o bien, en la mayoría de los casos, se trata de inmigrantes, tal como lo afirma el director de la Escuela N° 283 de Caleufú, Jorge O. Calderón: “En esta zona del NO de La Pampa no se conocen cuentos nativos o leyendas de existencias fantásticas, debido a que es de origen europeizante todo lo existente” (Escuela N° 283, Caleufú, Depto. Rancul, foja 3).19

En segundo lugar, aunque la operación más generalizada en los registros es la del borramiento de las poblaciones indígenas y de sus lenguas, ya sea porque se niega su existencia o bien porque se las ubica en un tiempo anterior a las campañas militares de fines del siglo XIX; en los ejemplos anteriores es posible hallar ciertos testimonios que permiten constatar no solo su existencia en la región, sino también la influencia de sus lenguas en contacto con el español.

En tercer lugar, los discursos que resultan de las anotaciones etnográficas del magisterio en el Territorio dejan entrever las ideologías lingüísticas de estos agentes estatales, para quienes todo lo que no se incluye como parte del idioma nacional se silencia y se corrige en el aula.

Por último, si bien la Encuesta se llevó a cabo en la década de 1940, el lugar que tiene el estudio de los pueblos indígenas como el de sus lenguas no resulta del todo claro, sino hasta la emergencia de los gobiernos peronistas, cuando los estudios folklóricos adquieren mayor difusión. En este nuevo contexto, se realiza la Segunda Encuesta sobre el Habla Regional (1950), sobre la que se indagará en el apartado siguiente.

3. Segunda Encuesta sobre el Habla Regional -SESHR- (1950)

En esta encuesta, a diferencia de la anterior, se vuelven a incorporar aspectos que ya se habían abordado en la de 1921 y en la de 1940, más relacionados con el folklore que con el habla en particular, tal como se plantea en el cuestionario elaborado por la Dirección de Enseñanza Primaria, a través de la Comisión de Folklore, el que luego sería distribuido en todas las escuelas del país:

El primer cuestionario20 fue contestado, en general, satisfactoriamente (…) El presente cuestionario de léxico y folklore es más extenso que el anterior, pero su observación no ofrece dificultades. Busca dar una respuesta completa y viva de la comarca o región, reflejada en la lengua materna. (Ministerio de Educación de la Nación, 1949, p. 3)

Dentro de este documento se incluyen dos apartados: uno denominado “Algunas instrucciones”, que consta de nueve puntos en los que se explica cómo debe llevarse a cabo el trabajo y el plazo en el que debe remitirse al CNE; y el otro está conformado por los dieciséis capítulos de la encuesta,21 entre los que se menciona la casi totalidad de las categorías mencionadas en la Encuesta de Folklore Argentino (1940), a excepción del habla regional, y se incorpora una nueva que es la morfología.

Estos cambios que se advierten en el cuestionario coinciden con el marco político e ideológico en el que se inscribe esta segunda encuesta. Por un lado, concuerda con los postulados del Primer Plan Quinquenal (1946), implementado durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón (1946-1951), entre los que se destaca la promoción de acciones culturales y del folklore en particular como “una verdadera y eficaz política de Estado”22 (Bentivegna, 2016, p. 107). Este plan buscaba que la población adquiriera un mayor reconocimiento de la cultura nacional, con el propósito de conservarla y promover su desarrollo (Presidencia de la Nación, 1946). En esta dirección, se proponen actividades que recuperan el estudio del folklore, las lenguas autóctonas, las danzas nativas, las tradiciones nacionales, entre otras. En cuanto a las lenguas indígenas23 –en el capítulo IV, denominado “Cultura”– se explicita que: “serán debidamente estudiadas, no sólo como reliquias de un pasado idiomático cuya influencia aún perdura, sino también como elemento vivo y de convivencia en las zonas originarias” (Presidencia de la Nación, 1946, p. 167). Durante este período, tal como lo señala Oscar Chamosa (2012), el peronismo promovió política y económicamente el movimiento folklórico en los diferentes niveles (educativo, artístico y social). A su vez, cabe mencionar que muchas de estas iniciativas impactaron directamente en el magisterio, al que el Estado nacional dirigió una serie de medidas centradas en la difusión de las manifestaciones culturales (Ferreyra, 2017).

Por otro lado, las modificaciones en el cuestionario de la Segunda Encuesta pueden leerse a la luz de la propuesta de Augusto Raúl Cortazar, quien hacia 1950 articula los estudios folklóricos con el pensamiento del reconocido antropólogo Bronislaw Malinowski. De este modo, la dimensión antropológica-social cobra mayor relevancia en las investigaciones folklóricas, frente a las preocupaciones lingüísticas imperantes (Blache y Dupey, 2007), tal como se advierte en Esquema del folklore (1959), en cuya obra Cortazar distingue diferentes métodos de investigación; así, si en una arista sitúa las contribuciones de los lingüistas, en la otra coloca a aquellas provenientes del funcionalismo, vertiente desde la que hace sus aportes (Crespo y Ondelj, 2012), influenciado por la obra de Malinowski.24

En cuanto a los legajos enviados, se advierte que la muestra resultó menor –en términos de cobertura geográfica– que la realizada cinco años antes (cfr. Mapa n° 1), tal como observa en el mapa que sigue a continuación:

Mapa 2

Segunda Encuesta sobre el Habla Regional (1950) en La Pampa

Imagen

Fuente: elaboración propia.

En relación con el material recolectado, se observa que, para el caso del capítulo XI, se repite la misma situación que con el apartado “Narraciones” de la Encuesta sobre el Habla Regional (1945). En primer lugar, se registran legajos en los que se argumenta que no se consignaron los géneros narrativos esperados porque, debido al origen de la población, estos no se conocían: “en la zona no existe tendencia a los cuentos, leyendas y mitos. Población de origen extranjero, muy católica no cree en las narraciones de carácter legendario por lo que las mismas no son conocidas en la zona” (Escuela N° 68, Relmo, Depto. Quemú Quemú, foja s/d). Aunque también es posible hallar otras explicaciones que justifican la falta de cuentos, mitos y leyendas dentro del capítulo XI, tal como lo expresa el maestro Miguel A. Menéndez, quien, en referencia a “los mapuches o gente nativa”, explica que

La colonización, consecuencia de la conquista, borró de estas tierras todo rastro autóctono y nativo. Y así en cada lugar, en cada pueblo, en cada colonia, surgió lo nuevo, lo exótico, impuesto a la usanza originaria de los colonos, venidos muchos de los más apartados confines del mundo.

Es por eso que el Territorio de La Pampa carece de aquellos aspectos de sabor autóctono y tradicionalista característico en las diferentes provincias argentinas. Es un cosmopolitismo que borró todo rastro regional o nativo, encontrándose solo algunos rastros en el oeste pampeano. (Escuela N° 62, Toay, Depto. Toay, foja 34)

Si bien en la mayoría de los legajos se sitúa a las poblaciones nativas en el pasado, como parte de la estrategia de invisibilización antes mencionada, en algunas localidades se registraron apellidos indígenas.25 Tal es el caso de Macachín, donde, de acuerdo con la información enviada desde esta localidad, la población es de origen español e italiano; sin embargo, en el capítulo XIV se mencionan apellidos como Huincalao, Yancamil, Curruqueo, Huinchale, entre otros.26 Esto permite inferir, independientemente de las representaciones de las y los docentes sobre el origen extranjero de sus habitantes, que también había población indígena.

En segundo lugar, se advierte que en los legajos faltan las fojas en las que deberían estar consignados los cuentos y leyendas que se presentaron con anterioridad, o bien se pasa del capítulo X al XII, como puede notarse en los ejemplos siguientes, en los que se observa que las fojas fueron prolijamente cortadas en la parte inferior en la primera imagen (Imagen 1), y en la parte superior en la siguiente (Imagen 2):

Imagen 1

“Capítulo X”, incluido en legajo del director Orlando Aníbal Vega

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Fuente: Foja 18 correspondiente al envío de la Escuela N° 126 de La Lucha, Depto. Toay. Imagen tomada del FONVIBA del INILFI.

Imagen 2

“Capítulo XII”, incluido en legajo del director Orlando Aníbal Vega

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Fuente: Foja s/d correspondiente al envío de la Escuela N° 126 de La Lucha, Depto. Toay. Imagen tomada del FONVIBA del INILFI.

En tercer lugar, en otros casos, como el que se presenta a continuación, se observa que parte del capítulo XI fue, posteriormente, transcrita por alguien, como figura en la leyenda de la imagen (Imagen 3):

Imagen 3

“Capítulo XI”, incluidos en el legajo de la maestra Ana María Crespo

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Fuente: Foja correspondiente al envío de la Escuela N° 65 de Quemú Quemú. Imagen tomada del FONVIBA del INILFI.

En el ejemplo anterior, es posible ver que la parte transcrita se conservó en el legajo, pero no así las fojas siguientes. Respecto del relato, este reproduce casi textualmente, y en el mismo orden, el mito “Los teros”27, compilado por Berta Vidal de Battini en su obra Mitos sanluiseños, publicada en 1925. Pero, a su vez, cabe señalar que esta versión guarda similitudes con las tres leyendas relevadas entre 1950 y 1951 e incluidas en el tomo VII de Cuentos y leyendas populares de la Argentina (1984), de Vidal de Battini.28 Esto permite suponer que habría sido ella, entonces, la encargada de la Sección Habla Regional; Narraciones Populares; Creencias y Supersticiones; Usos y Costumbres, de la Comisión de Folklore y Nativismo, quien habría retirado las fojas faltantes de los legajos –como en el ejemplo anterior, cuyas fojas incluían otra versión del relato “Los Teros”, similar a la ya recopilada en 1921–, para incorporarlos luego en su obra Cuentos y leyendas populares de la Argentina. Si bien, en este caso, es posible comprobar que la versión aportada por la maestra de Relmo, finalmente, no fue incorporada en la publicación, ello no niega el hecho de que haya sido documentada en una primera fase del trabajo de recolección por parte de la folklorista, en el que se constituiría luego en “el archivo más voluminoso de narrativa tradicional existente en la Argentina” (Palleiro, 2013, p. 121).

En cuarto lugar, uno de los legajos revela cuáles eran las lecturas que se proponían desde la escuela en relación con el folklore. Así, el director Claudio Isidro Camargo refiere que dentro del apartado se incluyen “los [cuentos, mitos y leyendas] del Folklore Nacional que el maestro ha leído, hecho copiar y memorizar del libro Folklore y Nativismo29 editado por el Ex-Consejo Nacional de Educación” (Escuela N° 189, Colonia San Miguel, Depto. Quemú Quemú, foja 5).

Sin embargo, ya hacia 1930 Vidal de Battini reflexionaba sobre la importancia de acercar a la escuela las diferentes manifestaciones del folklore (narraciones, danza, música, entre otras), lo que permitiría lograr una tradición nacional, en la que sería posible reconocer la espiritualidad de la Argentina soñada (El Monitor de la Educación Común, 1932). Esa tradición, que alcanzó a todas las escuelas del país y se materializó en antologías y otro tipo de compilaciones centradas en la búsqueda de la identidad (regional y nacional), parece haberse mantenido hasta la década de 1950. De este modo, tal como lo plantea Clara Passafari (1978), el folklore cumplía con la función de reforzar la unidad nacional, a partir de la proyección de bienes tradicionales.

También aparece, aunque en menor medida, un elemento que ya había estado presente, sobre todo en la Encuesta de Folklore Argentino (1940), como es la toponimia, pero que no fue incorporado de manera explícita en la Segunda Encuesta sobre el Habla Regional (1950). Por ello, los topónimos documentados se hallan en el primer capítulo, en el que se consigna información sobre la denominación del lugar, como puede verse en los legajos enviados desde las escuelas N° 39 de Anguil y N° 62 de Toay. En el primer caso, como ya se mencionó, la maestra Georgina Lucero Burgos de Stieben aclara que la información le fue proporcionada por su esposo. En su descripción se recupera no solo el topónimo Anguil, sino también otros de la zona como Montechué, Paja Brava y Tamalhué. Sobre el primero de los topónimos, en el legajo aparece el nombre de Moreno Canhué, el que se repite en la obra de Stieben y se incluye, junto con otros, en un breve listado al que el autor denomina “Consultas personales”30 (1966, p. 242). Las anotaciones consignadas por la maestra coinciden casi textualmente con la expuesta por Stieben en su publicación póstuma Toponimia Araucana (1966):31

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“Capítulo I”, incluido en el legajo de la maestra Georgina Lucero Burgos de Stieben

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Fuente: Foja correspondiente al envío de la Escuela N° 39 de Anguil. Imagen tomada del FONVIBA del INILFI.

Algo similar es posible hallar en el legajo enviado desde Toay; pero, a diferencia del ejemplo anterior, no se trata de una copia, sino de una síntesis bibliográfica en torno al topónimo Toay. Entre las principales referencias se cita a Manuel Olascoaga y luego se menciona el Pequeño Manual del misionero para evangelizar a los indios fronterizos (1876), de Domingo Milanesio; Toponimia Araucana del Territorio de La Pampa (1942), de Eliseo Tello –un referente en materia folklórica dentro del ámbito intelectual pampeano (Caraballo, 2023b)– y Toponimia patagónica de etimología araucana (1948), de Juan Domingo Perón.

Por otra parte, si bien la toponimia no tuvo en la Segunda Encuesta sobre el Habla Regional (1950) la misma relevancia que en las colectas anteriores, los legajos enviados desde las localidades de Anguil y Toay permiten vislumbrar no solo la continuidad de este género particular en el Territorio, sino que además ponen en escena la voz de dos reconocidos referentes en materia folklórica dentro del ámbito intelectual pampeano: Enrique Stieben y Eliseo Tello, aunque estos últimos no participen directamente de los relevamientos.

4. Reflexiones finales

Como se anticipó en los párrafos anteriores, las Encuestas sobre el Habla Regional se llevaron a cabo a mediados del siglo XX y fueron planificadas por Berta Vidal de Battini, quien diseñó los cuestionarios que guiaron tales relevamientos. Su puesta en marcha estuvo a cargo del Consejo Nacional de Educación, en el caso de la primera, y de la Secretaría de Educación de la Nación, en la segunda.

La realización de estas encuestas en el territorio pampeano posibilitó la documentación de un archivo que comprendió no solo aspectos vinculados directamente con el habla regional, en respuesta al principal objetivo de estos dos relevamientos, sino que, además, incluyó topónimos, leyendas y otras manifestaciones folklóricas. En sus registros etnográficos, las y los docentes dejaron traslucir sus ideologías lingüísticas acerca de cuál debía ser el español hablado (variedad estándar) en el Territorio; al mismo tiempo que sancionaron (o más bien corrigieron) el habla de otras lenguas diferentes al español, por considerar que atentaban contra el idioma nacional. No obstante, el corpus documentado permite evidenciar no solo la existencia de diferentes lenguas (principalmente, alemán e italiano) habladas en distintas localidades pampeanas, como consecuencia de la inmigración, sino también la persistencia de lenguas indígenas que entraron en contacto con el español. En relación con estas últimas, si bien hubo un intento por ocultarlas de los registros, es posible identificar, a partir de los ejemplos presentados en los apartados anteriores, cómo estas inicialmente coexistieron con el español y, luego, comenzaron a ser desplazadas por este.

Por último, para que el material recogido en los sucesivos relevamientos fuera abordado como parte del folklore pampeano, tanto el Estado nacional como el territoriano pusieron en juego diversas estrategias que acompañaron la labor etnográfica iniciada por el magisterio. De este modo, se materializaron diversas acciones, a través de actuaciones administrativas, que se insertaron en una tradición legitimada desde instancias estatales.

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*Melina E. Caraballo es Profesora en Letras, Especialista y Magíster en Estudios Sociales y Culturales por la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam), Diplomada y Especialista en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), y Diplomada en Políticas Editoriales y Proyecto Cultural por la Universidad de Buenos Aires (UBA). También ha aprobado el postítulo de Actualización Académica en Formación Docente del Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD). Se desempeña como editora de la EdUNLPam y como docente en la Facultad de Ciencias Humanas (UNLPam), en el Profesorado y la Licenciatura en Letras, y en el Instituto de Formación Docente Escuela Normal de Santa Rosa. Ha formado parte de equipos de investigación y de extensión orientados al estudio de las lenguas indígenas, en relación con el rol del magisterio en el relevamiento lingüístico en los territorios nacionales. Actualmente, se especializa en el estudio de maestras y maestros como mediadores lingüístico-culturales entre las décadas de 1920 y 1950, con un enfoque particular en el papel que desempeñaron en La Pampa en la construcción del folclore como disciplina.


  1. En 1940 el CNE le solicitó la elaboración de encuestas a nivel nacional, destinadas a escuelas primarias surgidas bajo la Ley Láinez. Para ello, se convocaba a maestras y maestros a relevar material lingüístico etnográfico (Bianchi, 2014).↩︎

  2. Si bien la RAE recomienda la forma “folclore”, en la escritura de este artículo se optó por conservar la grafía -k del término de origen inglés, para evitar la alternancia entre las denominaciones que fueron consignadas en los diferentes relevamientos y la forma castellanizada que se comenzó a utilizar años más tarde.↩︎

  3. Sobre el rol de los maestros como etnógrafos, puede consultarse Vezub (2007), Farberman (2010), Mailhe (2013), Domínguez (2019, 2022a, 2023), Caraballo y Orden (2021) y Caraballo (2023a).↩︎

  4. Ataliva Herrera asumió como interventor luego de la renuncia de su antecesor José Ignacio Olmedo en septiembre de 1944, quien había sido designado ese mismo año, en el contexto iniciado con el golpe militar del 4 de junio de 1943 (Escudé, 1990).↩︎

  5. La Comisión estaba integrada por: Presidente: Inspector de Música, don Athos Palma; Asesores: Secretario de Didáctica, don Elias Martínez Buteler y Jefe de la Oficina de Información, don Enrique Banchs; Encargado de la Sección Música, Canción y Danza: Maestro don Josue Teofilo Wilkes; Encargada de la Sección Habla Regional: Narraciones Populares; Creencias y Supersticiones, Usos y Costumbres: Inspectora Seccional, señora Berta Elena Vidal de Battini; Encargado de la Sección Poesía Popular: Maestro y Preceptor, don Juan Alfonso Carrizo; Encargado de la Sección Adivinanzas, Refranes y Juegos Infantiles y director de la Biblioteca de Folklore: Inspector de Zona, doctor Ismael Moya; Colaboradores: señoritas María Elena Sierra y Amanda Morales Ponce, y señores Luis Geronimo Lucero Riera y Domingo Herrera” (El Monitor de la Educación Común, 1945, p. 99).↩︎

  6. Ambas encuestas fueron relevadas en el Fondo Berta Vidal de Battini (FONVIBA), en el Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas Manuel Alvar (INILFI), Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes, de la Universidad Nacional de San Juan.↩︎

  7. Para la región del litoral, Vidal de Battini (1964) establece los siguientes rasgos: “yeísmo rehilado, rr vibrante, s bien pronunciada por las clases cultas, con tendencia a la aspiración en final de sílaba y pérdida muy acentuada en la pronunciación del vulgo (…) Habla rural con características semejantes a las del habla rústica del resto del país” (p. 76).↩︎

  8. En cuanto a los alemanes de Rusia en el Territorio Nacional de La Pampa, ver el trabajo de Rulli (1995).↩︎

  9. Beatriz Fontanella de Weinberg (1979) analizó el modo en el que grupos de inmigrantes, ubicados en el sudoeste de Bahía Blanca, en especial ruso-alemanes e italianos, llevaron adelante diferentes estrategias de mantenimiento o muerte de lengua, en relación con el español.↩︎

  10. Para más información, pueden consultarse los legajos correspondientes a las escuelas 71 de Rolón, Depto. Atreucó y la 222, de Realicó, que se encuentra en el Depto. que lleva el mismo nombre.↩︎

  11. Salomón Tarquini (2010), sobre la presencia indígena en el Territorio Nacional de La Pampa, recupera los registros de inscripción de 1908 de alumnas y alumnos de la Escuela N° 38, entre los que se encuentra información acerca de las hijas de Mariano Rosas y de otros niños que residían en El Salitral.↩︎

  12. Esta variedad, de acuerdo con la caracterización hecha por Vidal de Battini (1964), no se incluiría en la región del litoral, sino en la del noroeste.↩︎

  13. Según Josefa Poncela (1942), Relinqueo, al igual que Coliqueo, fue un cacique que pertenecía a los ranqueles de Pichún Hualá (o Pichuiñ Wala, “Pluma de Ave en ranquel). Este último era el hijo de Yanquetruz, “El Grande”.↩︎

  14. Ver legajo correspondiente a la Escuela N° 39, Anguil, Depto. Capital, foja 30.↩︎

  15. Enrique Stieben (1893-1958), maestro normalista, proveniente de Diamante, Entre Ríos, quien participó activamente en el espacio cultural pampeano desde principios de la década del veinte. La elección de esta trayectoria obedece a los registros folklóricos que elaboró a través de su rol como docente en contacto con comunidades indígenas, pero también a los vínculos intelectuales e institucionales que entabló con otros actores, a partir de su actividad.↩︎

  16. Ver legajo correspondiente a la Escuela N° 39, Anguil, Depto. Capital, foja 77.↩︎

  17. Nuevamente, se menciona el apellido Curruqueo como un poblador indígena.↩︎

  18. Hijo de Nicasio Pincén y María Chuaillán, y nieto del cacique (Pancho) Pincén Catrunao. Hacia 1897, Nicasio, su esposa y sus hijos Benito, Pedro, Gregorio, Nicasio, Eulogio y Silvano se asentaron en Anguil (Depetris, 2009).↩︎

  19. Otros ejemplos pueden consultarse en los legajos enviados de las escuelas: N° 75, de Caleufú; N° 219, de Colonia Rosario; N° 251, de Ataliva Roca; N° 38, de Santa Rosa, entre otros.↩︎

  20. Hace referencia a la primera Encuesta sobre el Habla Regional (1945).↩︎

  21. Los dieciséis capítulos que conforman la Encuesta de 1950 son: Capítulo I: 1) El lugar, 2) La región, 3) Nombres de los accidentes del terreno, y del terreno según su naturaleza, 4) Nombre de las corrientes y depósitos de agua, 5) Nombre de los minerales, 6) El cielo y fenómenos atmosféricos, 7) Flora y fauna; Capítulo II: 1) El hombre; Capítulo III: 1) La vivienda, 2) Muebles y objetos y 3) El vestido; Capítulo IV: 1) La alimentación, 2) El trabajo, 3) Industrias populares, 4) Medios de transporte y locomoción, 5) El comercio; Capítulo V: 1) Medicina popular y 2) Brujería y adivinación; Capítulo VI: 1) Creencias religiosas, 2) El culto y 3) La devoción; Capítulo VII: Creencias y supersticiones; Capítulo VIII: Fiestas populares; Capítulo IX: Los juegos populares; Capítulo X: Música, canción y danza; Capítulo XI: 1) Los cuentos, 2) Las leyendas y 3) Los mitos; Capítulo XII: Las adivinanzas; Capítulo XIII: Refranes, frases, dichos; Capítulo XIV: Antroponimia; Capítulo XV: Morfología; Capítulo especial: consignar en este capítulo todo lo omitido en los capítulos precedentes (Ministerio de Educación de la Nación, 1949, p. 5-18).↩︎

  22. Si bien Bentivegna (2016) destaca que fue durante el peronismo que se dio una mayor expansión del folklore, aclara que muchas de las iniciativas propuestas continuaron con las previstas a partir de 1943, en consonancia con la difusión que se hizo desde el Estado.↩︎

  23. En el Plan se designan como “lenguas autóctonas” (Presidencia de la Nación, 1946).↩︎

  24. Cortazar se refiere al libro póstumo de Malinowski, Una teoría científica de la cultura y otros ensayos (1948), que había traducido.↩︎

  25. Otros ejemplos pueden hallarse en los legajos enviados por las escuelas N° 126, de La Lucha, Dpto. Toay; N° 71 de Rolón, Depto. Atreucó; N° 309 del Establecimiento La Laurentina, Depto. Limay Mahuida; N° 24 de Uriburu, Depto. Catriló, entre otros.↩︎

  26. Para más información, puede consultarse el legajo enviado desde la Escuela N° 82, Macachín, Depto. Atreucó, foja 50.↩︎

  27. Para más información, puede consultarse “Los teros” en Vidal de Battini (1925, p. 65-66).↩︎

  28. En el apartado “Leyendas de animales”, Vidal de Battini (1984) consigna tres versiones sobre “Los teros”; la primera, recolectada en San Juan (p. 750); la segunda, en Chaco (p. 751); y la tercera, en Corrientes (p. 752). En este tomo no se recupera ninguna versión de La Pampa. De esta última, solo aparece una leyenda sobre las golondrinas (p. 519).↩︎

  29. Esta obra fue publicada en 1948 por la editorial Bell. A su vez, no es casual que sea, justamente, una obra de Coluccio la que se lea en el espacio del aula, puesto que este investigador, junto con Cortazar, alcanzó el máximo grado de influencia durante los años del boom del folklore académico (Chamosa, 2012).↩︎

  30. Otros nombres que figuran allí son Angela Mariqueo, de Santa Rosa, y Victoria Canhué, Moreno Canhué y Silvano Pincén, de Anguil, entre otros.↩︎

  31. Para más información, consultar Stieben (1966, p. 61).↩︎