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https://doi.org/10.30972/clt.268274

CLRELyL 26 (2025). ISSN 2684-0499


FIGURACIONES DE LA REVOLUCIÓN Y DE LA DICTADURA EN LA POESÍA DE MUJERES PUBLICADA A PARTIR DE 1960 EN SALTA, JUJUY Y TUCUMÁN (ARGENTINA)

Figurations of the Revolution and the Dictatorship in Women's Poetry Published Since 1960 in Salta, Jujuy and Tucumán (Argentina)

Josefina Mercedes Soria Quispe*

Universidad Nacional de Salta

josefina_686@hotmail.com

Recibido: 26/02/2025 - Aceptado: 03/04/2025

Resumen

En el presente trabajo buscamos relevar figuraciones de la revolución y de la dictadura en un corpus poético integrado por autoras de Salta, Jujuy y Tucumán que publicaron a partir de la década de 1960: Eugenia Elbein, Alcira Fidalgo, Teresa Leonardi Herrán, Purita Cantarero, Raqel Escudero y Estela Mamaní. Consideramos que identificar la autorepresentación o autofiguración (Molloy, 2006; Reisz, 1996) de la mujer en los poemas, permite desarticular el estereotipo del “guerrillero” o “revolucionario” como único modelo hegemónico, para dar paso a una pluralidad imágenes de mujeres heroicas, así por ejemplo: la mujer que arenga al “compañero”, “camarada” y “hermano”; la mujer guerrillera que toma las armas y denuncia la represión; la mujer torturada; la jesucrista, la comunera, la madre de pañuelo blanco, la mujer mítica (Penélope, Antígona, Hécuba). Todas ellas se sitúan en el centro de la escena en tanto sujetos políticos en estado de rebelión.

Palabras clave: figuraciones; revolución; dictadura; poesía de mujeres

Abstract

In the present paper we seek to highlight the representations of the revolution and the dictatorship in a poetic corpus comprised of authors from Salta, Jujuy and Tucumán who published from the 1960s onwards: Eugenia Elbein, Alcira Fidalgo, Teresa Leonardi Herrán, Purita Cantarero, Raqel Escudero and Estela Mamaní. We consider that identifying the self-representation or self-figuration (Molloy, 2006; Reisz, 1996) of the feminine in these poems allows us to dismantle the male stereotype of the “guerrilla” or “revolutionary” as the only hegemonic model. This approach gives way to a plurality of images of heroic women, such as: the woman who rallies her “companion”, “comrade” and “brother”; the guerrilla woman who takes up arms and denounces repression; the tortured woman; the “jesucrista”, the commoner, the mother with the white scarf, the mythical woman (Penelope, Antigone, Hecuba). All of them are positioned at the center of the scene as political subjects in a state of rebellion.

Keywords: figurations; revolution; dictatorship; women's poetry

Figuraciones de la revolución y de la dictadura en la poesía de mujeres publicada a partir de 1960 en Salta, Jujuy y Tucumán (Argentina)

Nunca ausentes en las colinas del ayer

junto a los compañeros que hilaban el tapiz del mañana

No te equivoques no somos la mujer de Lot

aquella de la mirada vuelta hacia la pura destrucción

Tenaz nuestra memoria con su doble semilla:

un abierto pasado resuelto en levadura de la luz por venir.

Teresa Leonardi Herrán

1. Militantes, guerrilleras y revolucionarias

En este trabajo nos proponemos hacer un recorrido por algunos poemas escritos por mujeres que representan temáticamente la violencia política, con el fin de analizar las imágenes de mujer que aparecen y cómo éstas resultan cruciales para dimensionar el rol femenino en dichos contextos de represión y censura política. Consideramos que prestar atención a las estrategias de autorrepresentación o autofiguración (Molloy, [1991]2006; Reisz, 1996), es decir preguntarnos: “¿qué dicen los textos de mujeres cuando dicen yo?”(Molloy, 2006, p. 68) y qué imágenes de mujeres postulan, nos permite mostrar, por un lado, el potencial ideológico de la representación y, por el otro, un abanico más rico y plural de yoes frente al estereotipo patriarcal que no hizo justicia respecto del rol de las mujeres como protagonistas del cambio social, sino que puso al “hombre nuevo”, “al obrero”, como eje semántico de agencia, pues como señala Dora Barrancos, aunque hubo militancia de mujeres y feministas organizadas “los sujetos gravitantes eran los otros, los obreros y campesinos explotados, en cuyo nombre había que hacer la revolución” (2010, p. 214).1

En otro sentido, el corpus de poesía del Noroeste argentino habilita también llevar a cabo un gesto de federalización de nuestra literatura, en la medida en que resultan voces de poetas mujeres poco conocidas. En esa línea, como muchos otros trabajos críticos de democratización de las literaturas de las regiones argentinas, este se inscribe en ese esfuerzo por visibilizar y proponer un mapa más plural y complejo de la llamada literatura nacional.2

Para el recorte del corpus hemos tomado un conjunto amplio de autoras de Salta, Jujuy y Tucumán, que han publicado a partir de 1960, con la intención de cartografiar una serie de poemas que dialoguen, se complementen o repliquen en relación con la violencia política en la Argentina vinculada a las dictaduras cívico-militares que emplearon la censura y las desapariciones forzadas de personas desde 1955, puesto que como dice Claudia Gilman:

Entre la entrada en La Habana de los guerrilleros vencedores de la Sierra Maestra y el derrocamiento de Salvador Allende y la cascada de regímenes autoritarios en América Latina hay catorce años prodigiosos. Un período en el que todo pareció a punto de cambiar. (2003, p. 35)

A partir del análisis del corpus, hemos identificado figuraciones de la revolución y de la dictadura; aquí se desprenden una serie de imágenes vinculadas a la resistencia y al sojuzgamiento. La mujer guerrillera o revolucionaria se construye como sujeto político involucrado con un sentido de pertenencia a “mi país”, “mi patria” “mi pueblo” y a un nosotros en el que se incluye al “compañero”, “camarada”, “hermano”. Muchas veces es a ellos a quienes va dirigido el poema, para impulsarlos o admirarlos en su lucha frente al “enemigo”, a los “solapados asesinos”, los “dictadores”, los “monstruos entorchados”. En otras ocasiones, ella es la figura central de esa lucha, es la mujer torturada, jesucrista, desaparecida, la hermana, la comunera, la madre de pañuelo blanco, y en clave más alegórica: la “Eva madrecita de los grasas”, “Rosa Luxemburgo”, “mis hermanas Penélopes”, “las Hécubas” y “las Antígonas”. A pesar de la derrota, el dolor y el silencio impuesto (“encadenaron mis pájaros de viento”), son figuras que tienen una conciencia heroica de su misión y, ante todo, se muestran “altivas hasta la muerte”, “resistiendo a los bárbaros”, “desbocada”, “indomable”, “enamorada del coraje”, “sedienta”, “desbordada de luz/ y de colmada vida”. Finalmente, también aparece la madre como símbolo de lucha política, pues se hace alusión a Las Madres de Plaza de Mayo: “gitanas de negro/sobre el pelo dormida cuantas gaviotas blancas”.

1.1. Autofiguraciones entre la revolución y la dictadura

La plaqueta Poemas (1964),3 de Eugenia Elbein,4 se inscribe en el marco de una poesía social y política, consta de cuatro poemas y dos ilustraciones en blanco y negro. La voz poética con gesto declamatorio, apela al “hermano” y al “compañero” peronista reprimido y censurado:

[…] Qué cosa este verte, hermano,

doblada la cintura,

caído el brazo,

baja la frente varonil.

Qué pasa que se ha vuelto

espeso tu silencio,

moderado tu canto,

tu voz dorada.

Has incorporado acaso el miedo

al fuego vivo de tu muerte?

Se me revuelve el grito en la garganta,

me urge el deseo de darte de alaridos!

Pero si eres la sangre

y la fuerza de mi pueblo.

Si eres la voz y el canto,

la raíz de la tierra.

Eres el oscuro caudal que me sacude

como el bramido del río,

la violencia y el arrullo,

árbol y pájaro,

fuego y humo,

viento y simiente,

fraguado metal perpetuamente pronto. […] (1964, s/n)

En el poema se puede identificar una voz poética que arenga al “hermano” para que vuelva a la lucha heroica frente a una situación de silenciamiento forzoso de “tus solapados asesinos”. Para dicha arenga, se caracteriza al hermano de manera múltiple, así la pregunta cuestionadora pone énfasis en su valentía: “Has incorporado acaso el miedo/el fuego vivo de tu sangre?” que cierra toda una secuencia de versos marcados por la lamentación del estado de silenciamiento. Sin embargo, “el fuego vivo” de la pregunta traduce la pasión por la lucha y “la sangre” es una metáfora de esa entrega visceral a la causa revolucionaria. Luego, la voz resulta más directiva e interpeladora, pues una expresión vehemente y apelativa finaliza con la hipérbole “darte de alaridos!”, ésta condensa toda la fuerza y vitalidad de quien tiene la misión de sostener y acompañar a quienes luchan.

Finalmente, el guerrillero es definido en su identificación con el pueblo y con elementos vitales de la naturaleza. El poema construye la figura de la mujer líder, ideóloga y militante que deposita su confianza en quien irá al frente: “Creo en ti,/tu amorosa geografía/renovando banderas por la patria”. En este sentido, el compromiso con “mi pueblo” y “la patria” es compartido tanto por la voz poética como por su interlocutor, su “hermano”, de allí que la imagen de heroicidad se encuentra en ambos. Otro poema de esta plaqueta titulado “Felipe Vallese” es un poema homenaje al obrero metalúrgico y miembro de la Juventud Peronista, secuestrado y desaparecido en la presidencia de José María Guido:

No te han vencido, estoy segura. […]

Volverás, Felipe, por la brisa,

en las altas horas de la madrugada

cuando en el fusil pongamos la esperanza

y en el grito el sabor de la victoria.

Volverás a nosotros,

vivo o muerto.

[...] Felipe Vallese,

obrero metalúrgico,

militante del gremio y la esperanza,

hermano mío.

Hasta el encuentro,

el tuyo y el mío, el nuestro,

te saludo! (1964, s/n)

Si bien hemos transcripto algunos versos, el poema en su conjunto constituye una denuncia por el secuestro del militante, en un registro íntimo de despedida, homenaje y futuro reencuentro. Esta denuncia se lleva a cabo desde una voz femenina: “estoy segura” y a la vez colectiva: “Pongamos”, “Nosotros”, así también un sentido de pertenencia: “hermano mío” y un destino común que implica apostar a una lucha más allá de la muerte, lo que imprime una veta épica y mítica a quienes forman parte de esa militancia compartida. En otro poema de la misma autora, titulado “Allí van los camaradas”, del libro Del amor y la esperanza (1966), también se arenga a favor del combate desde ese lugar enunciativo de un nosotros inclusivo, veamos un fragmento:

[…] Quién puede decirnos

camaradas perseguidos

en qué momento

desde las sombras

cumplirá su tarea el asesino.

Cuando tensos adivinemos

los fugitivos pasos que nos siguen.

los ojos escondidos,

la súbita metralla,

no habrá tiempo de decir

adiós o nos vemos. […]

De hermano a hermano

heredamos la sangre

que a cada muerte florece nuevamente. […] (1966, s/n)

En estos versos, la voz poética se incluye en un nosotros frente a “el asesino”. Sin embargo, en ese “nosotros” hay acercamiento y distanciamiento, por un lado, el apelativo “camaradas” y la expresión “De hermano a hermano”, pone en primer plano esa simetría de roles, por el otro, en el título y al final del poema, el yo se distancia del lugar protagónico para señalar la heroicidad de “los hombres como raíces”. Así también, se instalan imágenes de un escenario de persecución solapada, de esta forma, las expresiones metonímicas “los fugitivos pasos”, “los ojos escondidos”, “la súbita metralla”, indican un estado de alerta por la acechanza y el inminente asesinato. En este sentido, en el poema se asume el destino fatal desde una actitud heroica que trasciende al individuo y se metaforiza en una visión cíclica de la vida, donde muerte y renacimiento se suceden en el florecimiento constante de la sangre heredada en pos de una causa común.

En otro poemario de Eugenia Elbein, Ocho poemas testimoniales (1969), también aparece la figura femenina del combate y la entrega, veamos el final de “Poema”:

Oh, dadme los días y las noches

y esta plenitud de amar y de luchar

para que llegue

altiva hasta la muerte

caótica y vehemente,

desbordada de luz

y de colmada vida. (1969, s/n)

El poema construye la imagen de una mujer que se sitúa con entereza, orgullosa de su condición y del lugar desde el cual enfrenta al mundo; la expresión “altiva hasta la muerte”, da cuenta de ese espíritu heroico triunfante, así como los adjetivos “caótica y vehemente” cifran la autenticidad de quien se sitúa no desde la timidez ni el solapamiento sino desde la afirmación y la expresividad. Así pues, hay una entrega total a la existencia desde una madurez esperanzadora, de allí que se mencionen al amor y la lucha como bastiones de una vida plena y a la luz en “desbordada de luz” como el principio u horizonte de utopía que se persigue. En consecuencia, la jornada de una guerrillera sería aquella en la que se juega la existencia a cada momento, durante “los días y las noches” y por ello se busca una plenitud de la vida pero también de la muerte.

Dentro de este mismo eje metafórico, la escritura de Alcira Fidalgo,5 reunida y editada de forma póstuma en el libro Oficio de Aurora (2002), constituye además de una recuperación insoslayable para la poesía jujeña, un testimonio necesario de una militante que fue secuestrada y desaparecida el 4 de diciembre de 1977. Comentemos un fragmento de un poema sin título:

El viento se me pega a los zapatos

y no puedo quedarme,

[…] Busco hombres que no duden

y respondan

al llamado de la sangre con su sangre

al adiós con adioses,

a la muerte con muerte sin palabras

Hoy no puedo quedarme.

Alguna voz llama desde otra parte

y al oírla,

el corazón se vuelve pájaro

y estalla… (2002, p. 58)

En este poema podemos reconocer una voz poética que se autorepresenta desde la libertad y el coraje. Así, la libertad se expresa a través de la imagen “El viento se me pega a los zapatos” y también mediante la metamorfosis del corazón en pájaro. Estos dos elementos: viento y pájaro son expresiones de quien no está arraigada en ninguna parte, ni se detiene a esperar. Igualmente, las búsquedas de esta voz poética no pasan ni por el amor romántico ni por la contemplación ociosa, sino más bien por un espíritu combativo que responde al “llamado”: “alguna voz llama desde otra parte”. El amor también se traduce en hombres que respondan “al llamado de la sangre con su sangre”, expresión ésta que indica el enfrentamiento hasta la muerte. Hay una reivindicación de la acción valiente y también una entrega a la lucha. Otro poema de Alcira Fidalgo, es más radical en su protesta a favor de la libertad:

¡Qué tanto!

ya me jodieron bastante.

Encadenaron mis pájaros de viento

y no les dije nada.

[…] Quise danzar los pensamientos

y me pusieron botas

en los pies desnudos. (2002, p. 87)

En el verso “encadenaron mis pájaros de viento”, podemos reconocer nuevamente la metáfora de la libertad, pero esta vez una libertad reprimida. Las imágenes de la represión tienen que ver con el encadenamiento, con la prohibición a comer/comprar la “manzana” y por la imagen de las botas que le pusieron para danzar: “y me pusieron botas/en los pies desnudos”. Sin embargo, el poema termina con versos desafiantes que se burlan de estas represiones pues finalmente: “verán pasar mis pájaros de viento”. Esta salida airosa y heroica de un contexto fuertemente represivo también aparece en el poema sin título de la misma autora:

No me torturen más

Soy viento, soy llovizna, soy arena. (2002, p. 59)

En esta breve pieza poética se condensan los dos movimientos ya presentes en las anteriores composiciones, por un lado, la represión, en este caso, la tortura que es expresada mediante un pedido exhortativo “no me torturen más”, y por el otro, el gesto de liberación que la voz poética encuentra en esa situación a partir de la metamorfosis. En este sentido, definirse como viento, llovizna y arena, no es sino mostrar que el cuerpo es solo una forma de existencia, mientas que los ideales y las utopías son inaprensibles, así en vez de encontrar un cuerpo abyecto por la tortura, hallamos una transformación hacia lo evanescente.6

La poesía de Teresa Leonardi Herrán7 también ha tematizado las heridas que dejó la última dictadura cívico-militar en la Argentina. Ya en su poema “Después del hidrógeno”, publicado en Poesía de Salta. Generación del 60 (1979), se menciona la catástrofe de la represión: “cuando el aire huérfano de palabras/deja morir las alas” (p. 89) y la imagen de la libertad cercenada se reitera nuevamente. Pero es en el poemario Incesante memoria (1985) en donde se reúnen un conjunto de poemas que abordarán en clave poética el terrorismo de estado y la utopía de la revolución.8 Veamos unos versos de “Lamento de Antígona”:

Nadie nada

sólo el aire leproso con sus grandes agujeros

donde crecen los ángeles del miedo

Del gris al negro todos los colores

Duermen en ríos de arena

las barcas de los muertos

[..]

¿Quién levantará escaleras de luz

ahora que la mirada invertida

halla sólo el pulimiento cruel de lo ya visto

y en el afuera corazón sombrío

cadáveres amados esperando en silencio

las mortajas negadas? (2012, p. 174)

En los primeros versos podemos apreciar cómo se reconstruye el contexto en clave poética. En primer lugar, la doble negación con la que inicia el poema transmite la atmósfera de catástrofe o pueblo arrasado, así también la imagen del “aire leproso”, nos sugiere un ambiente marcado por la enfermedad y la descomposición, por su parte las figuras de “los ángeles del miedo” expresan el efecto de terror que se había generalizado en la sociedad, mientras que la reducción de la paleta de colores “del gris al negro”, connota un estado disfórico que puede implicar toda una variedad de emociones negativas: tristeza, melancolía, dolor, sufrimiento. Igualmente, la imagen de “los ríos de arena” donde duermen “las barcas de los muertos” evoca ese lugar de transición al inframundo que separa el mundo de los vivos y los muertos en la mitología griega, sin embargo aquí el río es de arena y, por lo tanto, avanzar hacia uno u otro lugar resulta impracticable.

Al final del poema se instala la pregunta retórica como expresión de derrota y desolación por lo arrebatado. En esta pregunta reside el “lamento de Antígona”, que es en definitiva el reclamo por la utopía perdida y los cuerpos desaparecidos. Así pues, la figura mitológica es símbolo de la mujer desafiante al poder y fiel a sus afectos, ya que a pesar de la prohibición del rey Creonte, decide enterrar a su hermano y con ello cumplir un rito sagrado de despedida. Es este rito el que no puede cumplir la Antígona de nuestro poema que carga con la conciencia plena del horror, en consecuencia, el interrogante abre la herida de jóvenes sueños destruidos, así como también la infructuosa espera de “las mortajas negadas”, y conduce a la voz poética a una interpelación resignada, que es a la vez un reclamo y un gemido de dolor.

En otro poema, titulado “Georgina Droz”, se rinde homenaje a una militante torturada y desaparecida en la Masacre de Palomitas,9 veamos algunos versos:

Moriste muchas veces

No sólo en Palomitas

[…] Moriste coronada de espinas cuando alfabetizabas

[…] Garza trigal ángel anfibio Nausica enamorada

crucificado de balas tu generoso corazón de Rosa Luxemburgo

vos como Rigoberta Menchú creyente y revolucionaria

vos como otra Eva madrecita de los grasas

construyendo el reino de dios sobre la tierra

[…] y desde allí volverás oh dulce comunera

cuando la estrella que sembraste

ilumine de nuevo este sur de tinieblas y de llanto. (2012, p. 184)

En este poema, el título ya individualiza y homenajea a la militante, la referencia explícita a la realidad histórica le otorga un sentido político y revive la memoria de su asesinato. A lo largo de la composición emergen imágenes femeninas como la de cristo en versión mujer, esto se debe a las analogías: “moriste coronada de espinas”, “construyendo el reino de dios sobre la tierra”, “descendiste a los infiernos/al tercer día resucitaste de entre los muertos/ y subiste a la Vida y a la Mañana”. Así también, la imagen acumulativa y yuxtapuesta “Garza trigal ángel anfibio Nausica enamorada” tiene como intención definir mediante semejanzas no humanas el carácter extraordinario y heroico e incluso mítico de su ser.

Luego, las analogías evocan a otras figuras históricas de la lucha política como fue la marxista Rosa Luxemburgo, la líder indígena guatemalteca Rigoberta Menchú y la defensora de los descamisados Eva Perón, todas estas mujeres se entregaron por sus convicciones a un proyecto común en pos de la justicia social y se caracterizaron por rasgos heroicos y edificantes, esta filiación con grandes mujeres de la política reinscribe a Georgina Droz en las páginas de la historia. El último epíteto es el de “dulce comunera”, término que evoca al de “comunidad” y connota esa labor que brindaba a los otros desinteresadamente, de allí que el poema finaliza con la metáfora de la siembra pues su lucha no fue en vano y su heroísmo volverá a iluminar “este sur de tinieblas y de llanto”.

En “Gitanas de negro”, Teresa Leonardi destaca el papel de Las Madres de Plaza de Mayo:

[…] Gitanas

más desarmadas que el viento

más feroces que erinias más ladronas que Prometeo

más fuego que padre sol en la canícula

la piedra del poder será horadada por sus lágrimas

Vestidas de negro

Sobre el pelo dormidas cuantas gaviotas blancas (2012, p. 185)

En estos versos podemos identificar la imagen de las “Gitanas de negro” como un símbolo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Descriptas a partir de una sucesión de comparaciones, la primera de ellas pone énfasis en que no están armadas, es decir, van a luchar con su espíritu y su presencia; en segunda instancia, se habla de su ferocidad, aquí la comparación es con Las Erinias, seres mitológicos que procuran la venganza por los crímenes; luego, la analogía es con Prometeo y su poder de arrebatar el fuego a los dioses y dárselo a los hombres, entonces, ellas pueden restituir el poder a quienes lo necesiten. Así también, son pura llama, “más fuego que padre sol”, es decir, se ubican por encima de cualquier astro iluminador, han sido elevadas a la categoría de lo suprahumano. Por último, la imagen de las gaviotas en sus cabezas, analogía con los pañuelos blancos, permite atribuirles una belleza alada y un rasgo distintivo de elevación. Nos preguntamos entonces ¿por qué son gitanas vestidas de negro? En primer lugar, por su itinerancia, pues rondan la plaza en señal de reclamo por los cuerpos de sus hijos, buscan a partir de este gesto nómade resguardar la memoria y, en segundo lugar, están vestidas de negro por el luto, ya que no se les da respuesta sobre el paradero de sus hijos y nietos.

Así también, se encuentra el poema “Madre” en Incesante Memoria, que inicia con los siguientes versos: “Pañuelo blanco sobre blanca cabeza / Ella dibuja el corazón del mundo” (2012, p. 188). El poema-homenaje reivindica a las madres excepcionales que supieron poner el cuerpo y emprender una lucha política para recuperar a sus hijos desaparecidos y denunciar las atrocidades de la dictadura. El poema finaliza con el verso “en jueves de ceniza recuperas la vida”, haciendo alusión, con connotaciones en el orden de lo sagrado, a sus rondas de los jueves por la plaza que les da el nombre, intervención que vienen realizando como manifestación desde 1977 como símbolo de resistencia y lucha por la memoria, la verdad y la justicia.

La madre como eje vertebrador de la lucha política también se anticipa en el poema III (1969) de Eugenia Elbein, autora ya mencionada. Aquí, se invoca a la madre en tanto poder salvífico y ennoblecedor a través de versos que se familiarizan con el género de la súplica y el rezo, géneros del discurso religioso, lo que nos sitúa en la dimensión de lo sagrado:

Madre, vuelve a nosotros tus ojos

y desgárranos

con el mudo reproche de tus lágrimas

Clama con tu horror al mundo.

Tal vez así salgamos a la lucha,

a rescatar

tu amado hijo guerrillero

tan vertical y heroico,

que hemos dejado matar este verano. (1969, s/n)

En estos versos, en los que aparece una clara alusión a la oración del “padre nuestro”, la invocación a la madre también constituyen el símbolo del refugio y la consolación, es decir, es un retorno a lo humano y al amor para conjurar las atrocidades de la violencia política. Otra poeta que hemos considerado para este corpus es Purita Cantarero10 que aunque nació en Francia, residió gran parte de su vida en Salta debido al exilio de sus padres durante la Guerra Civil Española. Su libro Fusil y hembra (1986) expresa en clave poética su experiencia de estos convulsionados años del último terrorismo de Estado en Argentina, signados por la persecución, la tortura y la muerte. Veamos el poema “3”:

[…] no escuchaste

este grito que no se calla,

[…] Enamorada del coraje,

la fe,

la revolución

y estos sueños

que no perdonan a los sumisos

que desprecia a los que de rodillas

ven pasar la vida,

espero la encrucijada final

que me fije el último derrotero

hacia la lucha abierta

por toda la libertad. (1986, p. 29)

Aquí también se encuentran figuraciones heroicas y dispuestas a la lucha. En este sentido, el poema configura una imagen de mujer valiente “que no perdonan a los sumisos” y que además no se ha silenciado, sino todo lo contrario, tiene “este grito que no se calla”. Así es como de forma altiva, valiente y elevando el grito, espera “la encrucijada final”, es decir, la última batalla, pero dicha espera no es pasiva sino cargada de tensión y en búsqueda de la confrontación directa “hacia la lucha abierta”. Es curioso cómo vuelve a aparecer la libertad como valor insobornable y el gesto combativo de preservarla en el fragor de la lucha. Veamos el poema “5” de la misma autora:

Entrega total de las rodillas

trepadas al esternón,

con los músculos endurecidos

de sujetar fusiles de madera,

golpeada por el sudor

de la esperanza,

por la victoria total

que une las manos fuertes,

[…] con todas las sílabas

sin censuras ni recortes

adornando las duras paredes

antes de echarlas abajo,

con los himnos libres

que brotan del impulso

que derrotan cárceles,

guerras y guardianes,

hasta el fin de los tiempos. (1986, p. 13)

Nuevamente en este poema aparece la figura de la mujer guerrillera, en entrega total a la lucha, lo cual se expresa mediante la mención metonímica de cada parte del cuerpo: “rodillas”, “esternón”, “músculo”, “sudor”; y en el impacto que recibe el cuerpo: “músculos endurecidos” y “golpeada”. Dicha entrega se condice con el tamaño de sus sueños en la construcción de un mundo mejor, este imaginario se manifiesta en términos de comunidad aunada: “que une las manos”, “en una creación conjunta”. Pero también esa lucha implica rebeldía y enfrentamiento: “adornando las duras paredes/antes de echarlas abajo”, “que derrotan cárceles/guerras y guardianes”; en pos de la libertad de expresión y con la conciencia del poder del lenguaje: “con todas las sílabas”, “con los himnos libres”. Por lo tanto, es una voz poética firme, afirmativa, preparada para el coraje de darlo todo por la utopía.

Otro de los poemarios que abordan la temática de la represión es Campo Abierto (1985), primer poemario de Raqel Escudero.11 De los veintiséis poemas que lo componen la mayoría no tiene título y se encuentran encabezados con números romanos (cuatro poemas no están numerados y dos sí tienen título pero no numeración). El poemario no tiene índice ni número de página y forman parte de su constitución las ilustraciones de Guillermo Pucci, artista plástico salteño, cuyos dibujos en blanco y negro al interior del libro son titulados con números romanos.

El título del poemario junto con la ilustración de tapa establece un juego irónico pues se visualiza un campo cercado por barrotes de celda suspendidos en el medio de un césped verde salpicado por pequeñas huellas amorfas. Al final del espacio verde solo se ve a través de los barrotes un cielo mayormente nublado. Las huellas amorfas y los barrotes de cárcel imprimen a Campo Abierto otro significado.

Las metáforas del cuerpo femenino torturado pueden constituir toda una constelación de sentidos en su entorno. Los poemas que abren y cierran el libro, refieren al parto de un hijo entregado, veamos el primero:

I

Parirás con dolor.

Disipando la pena en agonía

Se acurrucará la impotencia

A implorar

Las manos juntas

Acementadas. Entregarán

Un día

Un aura

Un crío

Instante gris

Manchado

Avariento. (1985, p. s/n)

El ritmo de los versos modula un tono disfórico que se acentúa con el desplazamiento hacia la derecha de algunos sintagmas o palabras que se leen entre silencios. La voz poética a modo de testigo demiúrgico dictamina lo que acontecerá: “Parirás con dolor”, referencia bíblica al génesis 3:16 donde Dios pronuncia una maldición a la mujer después de la caída de Adán y Eva; mientras que quien padece la tortura, es descripta por algunos verboides: “disipando” [la pena], “implorar” [la impotencia]. Los versos se caracterizan por la condensación y la elipsis, hasta llegar a la descripción sinecdóquica: “Las manos juntas / acementadas”. La expresividad del sustantivo adjetivizado de esta última frase parece acentuar el gesto pétreo, no solo de la imploración sino al mismo tiempo de la entrega forzada. Una retórica de la privación, la mudez y la ausencia de todo rasgo de humanismo atraviesa los sentidos: “un crío”, “gris”, “acementadas”, “avariento”.

Este despojamiento de lo humano hacia lo más abyecto del cuerpo se puede encontrar en otros poemas, en donde se lo nombra en términos de “huesos pelados”, “carne desangrada”, “sombra vacía”, “hinchados ojos”, “insecto malherido”, “pieles olvidadas”, “ojos inertes”, “piel incinerada”, “aullido atolondrado”, entre otros. La descripción metonímica y elíptica de la tortura domina la mayor parte de los poemas:

XII

Adónde van las cabezas

trenzadas de brazos. Cuando

el que grieta agrieta

miedos cotidianos.

Adónde el llanto

Gimiendo espacios

de ojos inertes. De madera

ocupada de lamentos

De sangre

viscerada. (1985, s/n)

Se destacan los encabalgamientos de versos que ocupan la espacialidad de la página, lo que suspende por unos instantes la continuidad de la frase. La fragmentación de la sintaxis y las sangrías acentúan el estado de incertidumbre. La pregunta anafórica por el lugar de los cuerpos torturados se lleva a cabo a través de la sinécdoque “Las cabezas/ trenzadas de brazos…” (kinésica del detenido), paranomasia “el que grita agrieta”, la personificación “…el llanto/Gimiendo espacios”. A continuación, una gradación descriptiva del sufrimiento “…De madera/…de lamentos/De sangre”, va escalonadamente reduciéndose hasta dejar al desnudo la invención de un adjetivo “viscerada”, cuyo sentido nominal todavía latente, hiperboliza el gesto de destrucción. Veamos el último poema que cierra el libro:

Todos no querrán llegar

Tarde

al entierro

De la carne

Del callado vientre

deshabitado

Ebrios ademanes

Torturando

olvidos. (1985, s/n)

En esta estética de lo abyecto, la crudeza de la tortura sobre los cuerpos aparece representada a partir de un lenguaje experimental y concretista que se despliega en el espacio de la página y se profundiza en el semantismo de las palabras aisladas que gravitan a la intemperie, despojadas de toda contención. Aquí nuevamente el cuerpo femenino es desintegrado en “carne”, “callado vientre”, “ebrios ademanes”, ya no hay registros de humanidad.

Hemos incorporado a este recorrido además un poema de la poeta jujeña Estela Mamaní.12 Si bien ella no tiene especialmente un poemario dedicado a este periodo de dictadura cívico-militar, su poema-tríptico “Ave Fénix”13 es conocido por darle voz a toda una generación de escritores, de hecho está dedicado “a mi generación” (2004, p. 229).14 Analizaremos algunos versos:

II

Éramos la ardorosa semilla

el mundo nos brotaba en cada sol que amanecía

Todo era de la luz un ave fénix en todos

todo podía ser de todos un ave fénix en luz

Después

la muerte nos transformaba en un amor acuchillado. (2004, s/n)

En el texto aparece el nosotros colectivo: “éramos”, “nos brotaba”, “nos transformaba”. Hay un sentido de pertenencia a un grupo fraterno con quienes se comparte una experiencia común de utopías y derrota, en clave amorosa: “un amor acuchillado”. La figura mitológica del “Ave Fénix” tiene especial connotación, pues es la que resurge de las cenizas, condensa entonces la esperanza y la renovación a pesar de la muerte. Veamos el poema III:

Puede nombrarse a Alcira Avelino Marina

y será la obligación de sernos fieles

y será la única canción del valiente día

Cielo y mar para el hermano subterráneo

lágrima y perdón para el hermano partido en dos

pan y dios para el hermano en la tumba sin la tumba […] (2004, p. 229)

La voz poética llama por el nombre de pila a militantes jujeños desaparecidos que todavía tienen una gran potencia de movilización en el imaginario de las luchas políticas del presente en dicha provincia. A tal punto que sus nombres son llevados como emblemas por agrupaciones políticas o movimientos sindicales, entre ellas Alcira Fidalgo, poeta analizada en este trabajo. El tono no solo es de cercanía sino también de reivindicación y homenaje, lo que pone en evidencia una conciencia de horizontalidad, así pues, el gesto es de compañerismo con el “hermano”, un sentido religioso de religación, compasión y búsqueda de un mundo mejor y más justo.

2. Conclusiones

Este artículo buscó trazar una cartografía representativa de voces de poetas del Noroeste argentino (Salta, Jujuy y Tucumán) que publicaron a partir de 1960 poemas que de alguna manera representan las atroces huellas de la violencia política producto de las dictaduras y gobiernos totalitarios que se sucedieron desde el derrocamiento de Perón y cuyos métodos represivos se profundizaron en la última dictadura cívico-militar. Como señala Silvia Jurovietzky, la poesía buscó siempre “los modos de no enmudecer frente a ese horror” y la pregunta clave es entonces, “¿A partir de qué procedimientos detectamos esa adherencia a una experiencia íntima y colectiva?” (2023, p. 326). El modo de atravesar este recorrido ha sido mostrar a partir de una diversidad de voces, con distintos tonos y matices, las imágenes de mujeres que trazan los poemas.

A partir del análisis de las autorepresentaciones en el corpus poético se pudo reconocer cómo las propias autoras producen sujetos sociales diferenciados, que dan cuenta del protagonismo, el liderazgo, el papel visionario, intelectual y heroico de las mujeres en poemas que refieren a contextos políticos represivos en la Argentina a partir de 1960. La dimensión subjetiva y experiencial que las poetas logran configurar poéticamente renuevan la visión sobre las distintas posiciones de las mujeres en este proceso histórico, desplazan la figura dominante del “hombre revolucionario” y abren un abanico de figuraciones que intervienen en las construcciones ideológicas y simbólicas de la diferencia sexual en los discursos de la cultura.

En esta constelación de imágenes aparecen figuras de resistencia, lucha y combate. Las imágenes de mujeres revolucionarias como las heroínas guerrilleras, la mujer torturada a la que no podrán encadenar sus “pájaros de viento”, las que acompañan arengando a no claudicar en la batalla, las Antígonas que reclaman “las mortajas negadas” de sus muertos, las gitanas vestidas de negro que rondan la plaza, la dulce comunera Georgina Droz asesinada en Palomitas. Mujeres que dan de alaridos, que no callan, que denuncian a través del lenguaje el arrebato de sus propios hijos en cautiverio, “altivas hasta la muerte”, las jesucristas que siembran futuro, las enamoradas del coraje. En todas estas representaciones las mujeres son protagonistas heroicas y combativas de la lucha política, por lo tanto, dichas figuraciones poéticas permiten resituar a las mujeres como sujetos políticos en este periodo de dictaduras y con ello ofrecer nuevas y plurales imágenes, voces y poéticas para la historia de la cultura y de la literatura argentina.

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*Josefina Mercedes Soria Quispe es Profesora y Licenciada en Letras por la Universidad Nacional de Salta (UNSa) y Doctora en Letras por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Su tesis doctoral aborda las transformaciones estético-culturales en la poesía de mujeres del Noroeste argentino (Salta, Jujuy y Tucumán) en tres escenas socio-poéticas del siglo XX. Se desempeña como docente en la UNSa en las materias Seminario de Tesis e Investigación en Letras. Sus trabajos y publicaciones están orientados al estudio de la literatura de mujeres.


  1. Sobre la participación de las mujeres militantes en las décadas del 60 y 70 recomendamos el artículo de Patricia Sepúlveda (2009), quien señala que la militancia femenina de los 70 toma su verdadera dimensión subversiva en “el proyecto trascendente participativo, de lucha por una sociedad más justa, en contra de la pobreza y en la búsqueda de relaciones de pareja más igualitarias” (2009, p. 32) frente al modelo femenino conservador y represivo que imponían con fuerza los gobiernos represivos que desde 1955 interrumpieron la democracia formal.↩︎

  2. Este trabajo se desprende de mi tesis doctoral (2024, Universidad Nacional de Córdoba) en torno a las configuraciones imaginarias de lo femenino en la poesía de mujeres de Salta, Jujuy y Tucumán en tres escenas socio-poéticas del siglo XX.↩︎

  3. A juzgar por las fechas de publicación y las referencias que se construyen a partir de la lectura de los poemas, las composiciones de Eugenia Elbein se refieren al contexto de proscripción y persecución del peronismo y los movimientos de izquierda, también marcado por dictaduras cívico-militares. De esta manera, se puede pensar, siguiendo a Jorge Monteleone (2018), como una literatura en “aflicción”, es decir, aquella que elabora el trauma de la dictadura y la memoria del genocidio. En este sentido, además de Eugenia Elbein, el resto de las poetas aquí nombradas han vivido este periodo histórico y escrito durante y después del mismo, por lo cual podemos considerar que es una “generación de militancia”, a diferencia de la “generación de la postdictadura” a la que pertenecen escritores que no habían nacido, o eran niños o adolescentes en la última dictadura y comenzaron a publicar en la década del 90 (Drucaroff, 2011).↩︎

  4. Eugenia Elbein (sin datos nac/def). Desde 1960 participó en el Grupo Cultural Signo y desarrolló una intensa actividad como administradora y colaboradora de la Revista y Editorial del mismo nombre. Publicó la plaqueta Poemas (1964), luego recibió una Mención de Honor con el libro Del amor y la esperanza (1966) con xilografías de Hugo Machado y dibujos de Aurelio Salas, así también obtuvo la Mención por unanimidad en el Concurso de Cuentos de la Página Literaria de La Gaceta (1964) y Mención de Honor en los Juegos Florales de la Joven Poesía Latinoamericana, auspiciados por la revista El Contemporáneo de Buenos Aires. Su tercera publicación fue Ocho poemas testimoniales (1969).↩︎

  5. Alcira Fidalgo (sin datos de nacimiento). Poeta jujeña desaparecida en Buenos Aires en 1978. En 2002 se publica Oficio de aurora, una recopilación de poemas que fueron guardados por su madre Nélida Pizarro. Además de poemas, aparecen dibujos de la autora y fotos seleccionadas por Víctor Montoya. El libro fue prologado y editado por el escritor y periodista Reynaldo Castro.↩︎

  6. A partir de la novedad de la publicación póstuma de estos poemas, en 2002, una serie de trabajos se abocaron a distintos aspectos de la obra Oficio de Aurora. Así por ejemplo, los artículos de Juan José Páez señalan que “La poética de Alcira es combativa, pero muy sensual y crea atmósferas cargadas de erotismo” (2013, p. 44), respecto a la voz afirma que “la voz de Alcira permite pensar la poesía como búsqueda, contemplación y compromiso” (2019a, p. 10); y en relación con el cuerpo, “encontramos un cuerpo mutilado por la violencia y una voz desgarrada por el dolor” (2019b, p. 355).↩︎

  7. Teresa Leonardi Herrán (1938-2019). Nació en Salta. Poeta, traductora y docente universitaria. Egresada de Filosofía, ejerció la docencia primaria y universitaria. En 1982 fue co-fundadora de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Comprometida con las problemáticas sociales participó activamente en la vida política y en las luchas gremiales. Libros de poesías: Todo el amor (1969), Incesante memoria (1985, 2005, 2011), Blues del contraolvido (1991), El corazón tatuado (1993), Rizomas (1996), Noticias de los comulgantes (2006), El que vino de lejos (2009), Diario intermitente (2011), Poesía reunida (2012). La Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta la distinguió con el Primer Premio Anual de Poetas Éditos. Su obra poética ha sido galardonada con diferentes premios y menciones. Ha sido incluida en varias antologías entre las cuales figuran Poesía del Noroeste Argentino Siglo XX de Santiago Sylvester, 200 años de poesía argentina de Monteleone y Poesía social y revolucionaria del siglo XX compilada por Jorge Brega. Publicó trabajos de crítica literaria en periódicos y revistas especializadas. Tradujo al castellano la obra poética de Jean Follain, de Albertine Sarrazin y de Jacques Brel.↩︎

  8. Amelia Royo (1987) afirma que su escritura puede entenderse como “una militancia que reniega del

    telurismo sólo evocativo y de la fragilidad femenina descomprometida” (p. 149); por su parte, Marta Ofelia Ibáñez (1998, 2005), sostiene que la obra de esta escritora salteña puede considerarse una “poética de la memoria” puesto que su voz se incorpora “en el flujo de los discursos que denunciaron la barbarie de fines de los ´70” (2005, p. 244).↩︎

  9. Se conoce como Masacre de Palomitas al hecho en el cual, el 6 de julio de 1976, once detenidos fueron sacados de una unidad penal en Salta y asesinados en un enfrentamiento fraguado en el paraje Palomitas, (departamento General Güemes), en el sur de la provincia de Salta, a unos 50 km de la capital provincial.↩︎

  10. Purificación Cantarero (Purita Cantarero) (1939-¿?) nació en Marsella, Francia. Durante el exilio de sus padres por la Guerra Civil Española en el año 1943, con tres años de edad, emigró a la República Argentina con su madre. En ese viaje, que duró 344 días, fueron internadas en un campo de concentración en Marruecos, hasta que su padre, ya radicado en Argentina, logró sacarlas y traerlas al país. Entonces se instalaron en la ciudad de Salta. Cursó sus estudios en el Colegio Nacional de Salta y luego en la Universidad Católica de Salta, y se graduó de Psicóloga. Libros publicados: Fusil y hembra (1986), De mujeres y guerrillas (2014), historias de cinco mujeres que participaron activamente como guerrilleras en Argentina, Caleidoscopio (2014) y Tríptico vivencial (2014).↩︎

  11. Raqel Escudero (1958, -). Cursó estudios de Derecho. Se desempeñó como periodista cultural en medios gráficos y radiales de Salta. Desde 1980 sus poemas, cuentos y ensayos son publicados en diferentes diarios y revistas del país. Publico los siguientes poemarios: Campo Abierto (1985), a Golpe (1987), Prontuario (1988), Nunca Dar con el Jamás de Tanto Siempre (1990), a Manera de Causa (1996), Fragmento nacida: de ti (2002) y Yo, galaxiosa (2020).↩︎

  12. Nació en la Quiaca, provincia de Jujuy, en 1955 y actualmente reside en Tilcara. Poeta y docente, publicó los siguientes poemarios: Voy siendo (2001), Marunayra (2012), desde las calles (Inutensilios) (2024).↩︎

  13. Estela Mamaní empezó a escribir este poema en 1982. Una de sus primeras versiones fue incluida en la antología Nueva poesía de Jujuy (1991). La versión definitiva se puede encontrar en el trabajo de investigación Con vida los llevaron. Memorias de madres y familiares de detenidos-desaparecidos de San Salvador de Jujuy, Argentina (2004) de Reynaldo Castro.↩︎

  14. Elisa Moyano en su ensayo Mujeres amordazadas. La generación literaria de los 80 o de la postdictadura en Salta (2018), nombra a Estela Mamaní como el “alma mater” de dicha generación en Salta y Jujuy, al hacer posible los lazos de comunicación interprovinciales entre los escritores que tuvieron como característica común la herida dejada por la última dictadura.↩︎