La violencia contra los animales, a diferencia de lo que muchos pueden pensar, es una cuestión que es motivo de reflexión desde los orígenes del pensamiento crítico. En la actualidad, las evidencias científicas y la evolución de la filosofía moral, nos ha llevado a tener en cuenta el trato que dispensamos a los otros animales por su condición de “seres sintientes”. Por este motivo, maltratar a un animal, ya sería algo éticamente inaceptable dado que pueden experimentar emociones y tienen intereses propios. Según señala Querol i Viñas, en la cultura occidental actual encontramos alusiones a la violencia en casi todos los ámbitos donde nos movemos. Es conocido el hecho de que ser testigo de un acto violento puede desencadenar agresión y desórdenes de ansiedad como estrés agudo y post-traumático, problemas de relación, y una disrupción en el desarrollo de la empatía –Osofsky, 1995– (Journal of the American Medical Association).