Arqueología del amor: la representación de Afrodita y de Eros en el pensamiento antiguo
DOI:
https://doi.org/10.30972/nvt.0143706Palavras-chave:
Amor, Afrodita, Eros, antigüedadResumo
Conocida es la figura de Afrodita (Venus entre los latinos), diosa griega del amor y la belleza, una de las doce grandes deidades del panteón olímpico. Ella encarna la fuerza y la omnipotencia creadora del deseo amoroso, al cual se hallan sometidos todos los seres vivos sin distinción: humanos, animales e, incluso, los mismos dioses. Seductora, en ocasiones temible, es una de las fuerzas fundamentales del mundo, como apunta la tradición más conocida relacionada con su nacimiento: según Hesíodo, Afrodita nació de Urano, cuando su hijo Cronos, después de mutilarlo, arrojó al mar sus genitales. La simiente del dios castrado fecundó la espuma de las olas y en ellas engendró a esta diosa de radiante belleza, a cuyo paso nacían las flores. Dicha historia explica el significado de su nombre pues aphros significa ‘la espuma’. Mantuvo relaciones amorosas con muchos dioses y también con mortales, aunque su esposo, elegido por Zeus, era Hefestos, el dios del fuego. De sus amores con Ares (el Marte de los romanos), dios de la guerra, nació Eros, el dios del amor.
Eros (Cupido entre los romanos), que simboliza el deseo sensual, es el dios griego responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad. Según Hesíodo, es una de las fuerzas primordiales que nace del Caos. Según otras versiones, como señalamos antes, es hijo de Ares y de Afrodita. De acuerdo con el mito que ofrece El banquete de Platón, Eros fue concebido por Poros (el Recurso) y Penía (la Pobreza) en el cumpleaños de Afrodita. A partir de la tradición iniciada por Eratóstenes, Eros rige fundamentalmente el amor entre hombres, mientras que Afrodita lo hace sobre el amor entre hombres y mujeres. En imágenes tardías, se lo representa como un niño travieso, muchas veces con los ojos vendados, equipado con un arco y flechas con las que atraviesa los corazones de los enamorados.
En este trabajo nos ocuparemos de rastrear –aunque sin pretensión de exhaustividad– las figuras de Afrodita y de Eros en los episodios míticos más conocidos o relevantes de la literatura clásica, en atención a dos líneas principales de interpretación de ambos dioses: las referidas al discurso amoroso y/o erótico que surge en torno a ellos y sus acciones y las vinculadas con el cuerpo y sus características.
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