Caracas ¿Aún la sucursal del cielo?
DOI:
https://doi.org/10.30972/crn.551046Palabras clave:
Caracas, Venezuela, planeamiento urbano, inseguridadResumen
A los 438 años, Caracas sigue siendo una ciudad llamativa y seductora. A pesar del caos, la desintegración espacial, la falta de planeamiento urbano, el hacinamiento en las zonas más pobres, la inseguridad y la crisis de los servicios públicos. Caracas cuenta, desde su nacimiento, con unas cuantas gracias naturales que la hacen una ciudad definitivamente especial. Originalmente ubicada en el Valle de Caracas, la capital de Venezuela se encuentra rodeada de soberbias montañas lideradas por el cerro El Ávila, surcada de punta a punta por el río Guaire, y bañada en las tardes por una luz exquisitamente espesa y tenue a la vez. No en vano, en una época no muy lejana fue conocida entre los venezolanos como “la sucursal del cielo”. Con un clima envidiable, que normalmente oscila entre los 18o y los 26oC, una población de apenas 350 mil habitantes en los años 50s, y el verdor que la caracteriza, Caracas se convirtió en el ícono de la modernidad en Venezuela y, en consecuencia, un sueño de luces para los habitantes del campo, quienes comenzaron a inmigrar en busca de una vida mejor. Y aunque el crecimiento acelerado y no planificado de la ciudad —reforzado por las diversas crisis económicas de las últimas dos décadas— nos han hecho olvidar aquella metáfora, Caracas parece seguir teniendo cierta conexión con el cielo.
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